domingo, 26 de enero de 2014

Hiroshima Peace Park

     Esta mañana como todos los años se hizo el minuto de silencio por los muertos causados por la bomba atómica de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. Hacer ese minuto de silencio orando por tantas vidas perdidas -dicen que 120 000 aunque las cifras varían- hace estremecer el corazón a cualquiera que tenga un poquito de sentimientos. Sí, es parte del pasado, es parte de la historia, no nos afecta a nosotros, pero si nos ponemos en el lugar de esas vidas humanas que pasaron por esos momentos tan terribles, dolorosos y trágicos, se nos escarapelará la piel. Claro que Japón sabía que estaba en época de guerra y que los bombardeos eran el pan de cada día -antes de tirar la bomba ya habían habido más de 140 bombardeos- y la gente común vivía siempre en estado de alerta e incertidumbre. En los pueblos, generalmente, habían mujeres, profesionales, personas de edad avanzada y niños porque la mayoría de jóvenes en edad militar y personas de edad mediana estaban destacados en algún lugar.

     Según cuentan los libros y según me han contado algunas personas que vivieron en esa época, inclusive la ciudad en la que vivo ahora fue una de las bombardeadas y cuando empezaba su reconstrucción al terminar la guerra, para su mala suerte, a los pocos años se vio afectada por uno de los más grandes terremotos que ha sufrido esta isla. Dos desastres consecutivos: uno causado por la mano del hombre y otro por la naturaleza. Es por eso que la avenida principal -ancha y contrastante con otras más estrechas debido a que como todo quedó destruído aprovecharon para ampliarla- se llama Avenida Phoenix porque esta ciudad ha renacido de sus cenizas y resurgido después del bombardeo y del gran terremoto.
 

     Volviendo a Hiroshima, en días como éstos, uno se pone a pensar en el significado de la guerra y de la paz. Justamente, una de mis motivaciones para venir aquí fue el tratar de saber cómo esta nación ha podido resurgir después de pasar por un acontecimiento tan horroroso como ese y convertirse con el paso de los años en una potencia científica y tecnológica mundial, pero no sólo eso, sino también en una de las más civilizadas del mundo. Es así que uno de mis primeros viajes en este país fue, como ya se imaginarán, a las ciudades sureñas de Hiroshima y Nagasaki. Hoy sólo les hablaré de mis impresiones en Hiroshima. El estar ante los restos de esa iglesia que muchos han de haber visto en postales o revistas, observar los escombros, sentir ese ambiente, sumergirse en ese espacio, para mí, sagrado, por el significado que tiene, es, en verdad, conmovedor. Caminar por el Parque de la Paz y a lo largo de ese río al cual muchos se lanzaron tratando de huir de los incendios o de mitigar sus dolores o refrescar sus heridas, transportarse a esos aciagos momentos y sentir lo que ellos sintieron es en verdad doloroso. Sentarse frente a ese río y buscar un por qué, hurgar en lo mas recóndito de uno mismo y no encontrar una respuesta ante semejante acción deja una sensación de impotencia. Los verdes árboles me hacen pensar en que mientras hay vida hay esperanza, que en ese lugar donde muchos sucumbieron aún florecen seres humanos que entendieron, aunque un poco tarde, que la guerra no es el mejor camino y que no conduce a nada.
 
     Los que salieron derrotados lo entendieron, pero los que ganaron continúan aún con su carrera armamentista. ¿Cuántas Hiroshimas faltarán por existir? Claro, hoy ya no es una bomba si no son armas bélicas más sofisticadas. Sin ir muy lejos, un país vecino a veces nos sorprende con misiles que cruzan el cielo japonés. La inteligencia humana está siendo utilizada para fabricar armas y dominar a otros humanos, para adquirir un poder ilimitado cuando en realidad deberíamos de usarla para fabricar medicinas contra enfermedades tan mortales como el cáncer, para combatir tantas enfermedades infecciosas y otras de origen aún desconocido, para forestar desiertos y asegurar la supervivencia humana, para mejorar la calidad de vida de tanta gente que vive en condiciones infrahumanas. Caminar por el Parque de la Paz de Hiroshima me marcó. Ver la estatua de la niña que murió después de la guerra en un hospital adornada con tantas cadenetas de “origamis” hechos en papeles japoneses de colores -aquí el hacer figuras en papel es una manera de orar por la salud o recuperación de un enfermo- que a ella lamentablemente no la ayudaron es algo desolador. Llegar a orar donde se encuentra la antorcha de la paz que nunca se apaga y orar por el descanso de las almas es un momento de reflexión que perdura en el corazón por siempre. El entrar al Museo que está a unos metros y ver los horrores de la guerra en fotos o en la ropa de los caídos o ver la réplica de “Little boy” (así se llamaba la bomba) es revivir esa pesadilla. Es ponerse una vez más en el lugar de esas personas que un día como hoy de ardiente verano no pensaron que era la última mañana que sus ojos verían este hermoso cielo azul con nubes blancas y que en cuestión de segundos pasarían a ese mundo intangible y etéreo desde donde espero que sigan iluminando a esta nación para que no cambien sus tres principios de 'no producir, no poseer y no autorizar armamento nuclear', y que sigan siendo un país pacífico y pacifista, y a la vez, sensibilizen los corazones de quienes mal-utilizan el conocimiento científico que mentes brillantes crean. Las nuevas generaciones y los que no vivieron en carne propia esta atroz experiencia deben ser también concientizados en este sentido.
 
     El físico Albert Einstein, después de ver lo que causaron las bombas, reflexionó y dijo:
 “Si hubiera sabido esto, me habría dedicado a la relojería”.
Y también dijo: “No sé cómo será la III Guerra Mundial, pero sí la IV: con piedras y palos”.
Y además: “El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad”.

     Particularmente pienso que mientras el ser humano no gane su propia guerra interna y encuentre la paz interior, no desaparecerán las guerras de la faz de la Tierra. Vivir en paz debe ser el ideal que mueva a los pueblos, debe ser el sueño a perseguir, debe ser la bandera blanca que llevemos en el corazón. Por los niños de ahora, por los niños que vendrán si se lo permiten, por este hermoso hogar que es nuestra Tierra, por ese cielo azul que podemos ver cada mañana, por eso y por mucho más: pensemos en construír no en destruír.

     Este fue un post publicado el 6 de agosto del 2010, ahora con pequeñas modificaciones y correcciones de acentos y signos. Las interacciones con las excelentes personas en ese entonces era mi mayor impulso para escribir, y juntos reflexionamos sobre el tema. Incluyo un extracto de algunas sin mencionar los nombres.

Respuestas a “Hiroshima”

X-1 dice:
6 Agosto, 2010 a las 3:21 pm

Tremendo y cruel tema el dia de hoy... 
Son 65 años...pocos sobrevivientes ha de haber que vivieron ese horror!
No concibo que en una mente..(la de Truman) se haya podido gestar la decisión de hacer tanto mal en unos segundos!
Toda guerra ha sido motivada por la ambición y la maldad...nunca he justificado que exista una razón suficiente para emprenderla.
En una guerra no importando el vencedor...todos pierden!
Mantengamos la esperanza de que algun día...reinará la paz en todo el mundo...que las mentes brillantes y sus creaciones sean para hacer un mundo mejor, que florezcan los campos de batalla, y que las armas..sean como esa réplica de Little Boy...auténticas piezas de museo que recuerden que el ser humano alguna vez fue imperfecto....

X-2 dice:
6 Agosto, 2010 a las 3:42 pm
Antes que nada, mi solidaridad con todos los superviventes de esa hecatombe, porque tuve la oportunidad de ver un especial periodístico acá en mi país y me quedé perpleja al escuchar a un adulto japonés decir que no guardaba rencor a los que le arrebataron la vida a sus padres, hermanos, es decir a casi toda su familia y él debía de vivir por siempre con las secuelas en su propio cuerpo,me pareció un ejemplo vivo de lo digno que se puede ser perdonando al enemigo, además imagino que los responsables de tan fatal decisión, viven o habrán vivido cada segundo de sus días con el remordimiento del daño irreparable que causaron. Pero, a pesar de todo, es admirable lo que los japoneses hicieron después, levantarse de sus cenizas y llegar a ser lo que son hoy, una potencia mundial y están siempre a la vanguardia de la tecnología.

X-3 dice:
6 Agosto, 2010 a las 7:27 pm
Me auno a los sentimientos de reflexión, de dolor, de indignación y de deseo por la paz que nos provoca en todos los recuerdos de Hiroshima, además como maestra trato de educar a mis alumnos para que puedan y quieran vivir en un ambiente de paz, reiterando siempre que el ser pacifista, el evitar una confrontación, no es sinónimo de cobardía como algunos piensan, para ellos es complicado entender eso.
Pero sabes pienso que mientras exista el ser humano existirán guerras, porque el ser humano tiene siempre en su esencia la maldad, muchos la derrotan pero una gran mayoría lo tiene en sí mismo, desde el momento en que alguien se cree superior a otro, en que alguien quiere ser más que los demás está empezando una guerra, y paradojas de la vida, nuestro modo actual de vivir es una guerra diaria contra el tiempo, contra tus colegas, en que tienes que ser superior en el trabajo, en tu carrera, en todo.
Pero es bien cierto un pensamiento asiático, del arte de la guerra creo, no hay mejor guerra que la que se gana sin haberla empezado.
Y la disculpa de algunos para seguir el armamentismo que si quieres tener la paz prepárate para la guerra..Desde aqui rezare por que no vuelvan a repetirse jamas todos los horrores de una guerra asi, y seguire decepcionada de mi raza humana, que por su ambicion destruye vidas, destruye el mundo, con el consuelo y la esperanza de que existen algunos humanos diferentes que tratan de ayudar al mundo y mantener la paz.

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:10 am
Hola, X-1! 
Hay gente que pasa a la historia por sus buenas acciones y otras que pasan por lo contrario. Unos luchan por preservar la vida -como la Beata Madre Teresa de Calcula- y otros buscan los medios para destruirla. Lamentablemente cuando se den cuenta de que van por el camino incorrecto sera demasiado tarde…y los pocos que queden -si es que quedan- pelearan con palos y piedras como dijo Einstein. Y lo que crean los cientificos no es malo…lo malo es la aplicacion que se le da…Y muy cierto, en una guerra todos los que pelean pierden (los que ganan son los fabricantes de armas)…A seguir reflexionando…y que los duen~os el mundo se unan para parar el armamentismo…no para fomentarlo! A seguir en la lucha diaria, pero contra la desidia, la flojera, la ambicion desmedida, la lujuria, la gula, la perdida de valores..y cuantas cosas que si valdria la pena desterrar…

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:20 am
Hola, X-2! 
Veo que alla tambien han pasado documentales sobre las secuelas de la guerra, especialmente sobre los supervivientes. Perdonar es un acto humano…y hace mas grande al que perdona…despues de tantos an~os imagino que muchos han de haberse resignado a perder a un ser querido…ademas morir con la conciencia limpia creo que es lo mejor..y eso solo se puede conseguir perdonando…

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:33 am
Hola, X-3! 
Si, recuerdo ese pensamiento: “No hay mejor guerra que la que no se hace”….dando a entender que lo mejor es hablar y discutir para llegar a un acuerdo antes de empezar una guerra con tantas consecuencias fatales….Pero como sabras los que ordenan no estan en el frente de batalla…simplemente ordenan desde sus comodos asientos…Espero que ese pensamiento se difunda mas y mas….aunque pasara mucho pero mucho tiempo para que lleguemos a tal grado de civilizacion….Por otro lado, no hay que confundir con otro pensamiento parecido que dice: “No hay peor lucha que la que no se hace”…en este caso, se habla de no rendirse solamente al ver que algo parece dificil…en este caso se trata de intentar…de tratar de hacer algo….este es un pensamiento para arengar a hacer posible lo que se cree imposible…Muchos no se dan cuenta de sus capacidades porque no intentan….Y muy de acuerdo contigo, vivimos en muchas guerras…Pero como ya te dije antes…trata de ensen~arle a tus alumnitos a ser cada dia mas humanos pero sin perder su dignidad….y partiendo desde el punto de vista que dignidad es diferente a orgullo….Que sean dignos representantes del pais y orgullosos de su pais, de su historia, de su familia….Vamos a seguir en la brega …Tienes un noble trabajo en tus manos! 
=.=.=.=
 
Gracias a estos tres EXCEPCIONALES comentaristas...Momentos inolvidables que compartimos juntos...y que se repetiran porque mientras hay vida hay esperanza.

lunes, 13 de enero de 2014

Las dos caras

     Hoy también ha sido dia festivo, pero fuí a mi “work” porque éste es un mes que parecen dos juntos. Ayer -día laborable- fuí de “business trip” a un “meeting” (reunión de trabajo no de protesta) en una ciudad situada al norte de aquí llamada Toyama. En esa fría reunión de trabajo estuve muy lejos de hablar de mi río, de mis flores, de mi cielo…un mundo completamente diferente. Un mundo frío en el que los sentimientos o emociones sólo son usados para manipularlos y obtener beneficios. Un mundo en el que se apelan a los sentimientos para vender algo o invertir en algo que reditúe en ganancias y donde sólo lo que produce dinero adquiere valor. En fín, áreas en las que uno se introduce, a veces, fortuitamente. Ahí estuve, aprendiendo de los que dominan esa fría tarea de “producir dinero”. No es mi trabajo -en todo caso preferiría “producir” o formar personas- pero asistí ya que en este mundo tan competitivo y globalizado hay que saber un poco de todo y todo lo que se aprende, aunque no se aplique, puede ser útil en algun momento o por lo menos ayudarnos a entender más sobre nuestra mayor empresa: vivir.

     Pero lo mejor del día de ayer ocurrió al empezar la mañana y se lo cuento, aún corriendo el riesgo de que piensen que aluciné o que soñé. Bueno, ésta es la cara brillante de la luna -así como la de esta noche- la más hermosa, la más pura, la más significativa (por lo menos para mí). Bien, me levanté temprano, tomé rápidamente un café y llamé al servicio de taxi de siempre. Sí, al de siempre porque con sólo llamar y al ver el número que sale registrado ya saben quien es el cliente y sólo preguntan '¿en su casa o dónde'?. Llegó, tocó el timbre, dijo que estaba esperando a través del interphone, y se retiró. Salí raudamente, casi no llovía, así que el taxista estaba sentado dentro acomodándose el cabello mientras se miraba en el espejo -si llovía estaría afuera esperando con un paraguas- y me acerqué hasta que me vio. Abrió desde dentro la puerta automática mientras se disculpaba como pescado en falta, subí y le dije que me llevase a la estación principal de trenes. No tuve tiempo de hablar ni nada porque iba revisando que nada me falte. Cuando terminé ya estábamos en la estación.

     Llegué al andén y buscaba el número de vagón cuando una voz desconocida me preguntó en japonés (lo raro sería que me hablasen en español): ‘¿Busca el Hakutaka?’. Volteé y era una señora bastante mayor que estaba sentada en uno de los asientos del andén que a esa hora de la mañaba estaba casi desierto. ‘Sí’ -le contesté sonriendo y me senté en el asiento de al lado después de comprobar que estaba en el lugar que me correspondía. ‘¿Qué número de vagón es?’ -me volvió a preguntar. ‘Tres, y ¿el suyo?’ -le dije. ‘Uno, allá he dejado mis cosas’ -respondió señalando pero no llegué a ver nada. Y como disculpándose por abordarme de esa manera me dijo que ella siempre era así de espontánea (sociable) a lo cual sonreí. ‘No es japonesa, ¿no?’ -agregó. ‘No’ -le respondí. ‘¿Cuánto tiempo lleva en la ciudad?’ -dijo tratando de ser amigable. Se lo dije y ella siguió diciendo: ‘Siento admiración por la gente que vive fuera de su país porque yo nunca he salido de aquí. Es cuestión de voluntad, ¿no?’ -preguntó. ‘Sí, así es…gracias, pero no tiene nada de admirable’ -le respondí, y le pregunté hasta dónde iba. Me dijo que iba a Saitama a una hora de Tokio. ‘Pero, ¿por esta ruta?’ -le dije. ‘No sé, mi sobrino me ha comprado los pasajes’ -respondió mostrándomelos. Sonreí pensando en que con ese carácter tan jovial y agradable cualquiera le ayudaría en el camino si tuviese algun problema ya que por esta ruta el tramo era mucho mas largo que por la ruta normal. Luego, como pecada en falta, dijo: ‘Yo nunca me preocupo demasiado de las cosas. Lo que ha de suceder, sucederá…..además voy de paseo’ -agregó como diciendo que si se le pasaba un tren no habría problema ya que no tenía prisa. Y siguió diciendo: ‘A mí con comer 'bisteck' me basta, aunque no lo como todos los días’ -dijo riendo al tiempo que añadía: ‘Vivo el día a día con alegría y sin hacerme problemas’. Yo la escuchaba atentamente ya que me había caído muy simpática por su forma de ser, y esa intempestiva conversación esperando en el andén me estaba llenando el corazón de sensaciones hermosas, de gratitud, de cariño, de admiración a una señora mayor que me hacía recordar a mi abuelita y que hasta hacía diez minutos antes ni siquiera conocía. Me alegré de estar ahí en ese instante y de coincidir con ese tierno personaje tan pleno de vida y que me inspiraba tanta ternura. ‘Tiene usted unas ideas muy filosóficas, una manera maravillosa de ver la vida y sentimientos muy hermosos’ -le dije sin contener mi admiración. ‘Es la mejor manera para vivir en paz’ -me dijo. Y en eso los altavoces anunciaron la llegada de un tren. ‘¿Es ése?’ -me preguntó. ‘Sí, creo que sí’ -le dije viendo el reloj ya que por estar hablando con ella no presté mucha atención al altavoz. Ella se paró y rápidamente empezó a despedirse muy amablemente…Llegó el tren y leí que era el nuestro. ‘Sí es’ -le dije, y ella giró rápidamente en dirección a su vagón corriendo mientras decía: ‘Ogenkide’ (Buena suerte) entre otras frases más…..Entonces, ví sorprendida que luego de correr varios metros volvió sobre sus pasos y mirándome cariñosamente me extendió las manos y tomó las mías con calidez pero con suavidad mientras me hacía la venia repetidamente…hermoso gesto al que yo también respondí emocionada…y se alejó corriendo nuevamente a subir a su vagón mientras yo hacía lo mismo en dirección opuesta.

     Ya sentada en el tren seguía evocando esa hermosa escena y la plática con la señora no se me borraba de la mente. Sin duda, una valiosa conversación y una lección de vida que me iluminó la mañana. Era la segunda vez que una persona mayor me tomaba así las manos. La primera vez fue en Osaka dentro del subterráneo, pero esa es otra historia. Creo que se va haciendo costumbre en las personas perder la formalidad en ciertas ocasiones cuando quieren expresar mucho más y lo demuestran tomando las manos… El tomar las manos en nuestros países es muy normal, sin embargo, aquí, no lo es…y en verdad se siente muy bonito al ser tomado de las manos o recibir las palmaditas en la espalda....y mucho más un abrazo. Recibir este regalo al empezar la mañana sin hacer nada por merecerlo me hizo el día. Algo más para agradecer el día de ayer. Y así, me moví entre los dos lados de la luna: el lado ensombrecido y el lado brillante. Situaciones como las que les cuento son para recordar siempre, son como energía condensada que en su momento oportuno se dispersa y nos dá fuerza para seguir en la brega. Hoy soy más feliz que ayer y menos que mañana. Este es un post del 20 de septiembre del 2010, y lo recordé hoy a inicios del 2014 porque en este día feriado o festivo por el 'Dia del adulto' lo he pasado lindísimo con mi familia japonesa o 'host family' y sus amistades. Una reunión plácida, cordial, amena, plena de sonrisas y risas, y que terminó también con despedidas con venias y tomándonos las manos. Cuántas cosas podemos cambiar en las personas y en nosotros mismos cuando somos nosotros mismos, cuando nos olvidamos de formalidades y pasimonias, cuando dejamos que el corazón se manifieste. Mi familia de corazón está feliz y yo también. Hace frio, pero quién siente frio cuando la tibieza sale del corazon a través de una sonrisa. Hablemos siempre con los abuelitos y niños que encontremos en nuestro camino. Y usted, ya sonrió hoy?