sábado, 8 de febrero de 2014

A letter from the Heaven

     Hoy estamos en “renkyu” o días feriados consecutivos. Así que como tengo un poco más de tiempo que otros días quiero compartir estas líneas con ustedes mis apreciados lectores. Esta es una historia real ocurrida en una zona de montaña al norte de este país. Era una familia campesina felíz y tenían un sólo hijo a quien llamaré Taro-kun. El niño tenía 12 años, era cariñoso, tranquilo y tímido. Su padre, un hombre fuerte y estricto, siempre salía con otros vecinos a cazar o ahuyentar osos que suelen azotar esa región. Taro-kun, casi todos los días, después de la escuela, subía a una colina cercana a disfrutar de su afición: pintar. Para eso tenía que pasar por un sendero en medio del bosque en el que habían carteles de aviso de peligro contra los osos, y siempre concentrado en su pintura le llegaba la tarde.

     Su padre soñaba con salir algun día con él a cazar osos pero el niño era muy temeroso, y esto preocupaba al padre y al mismo Taro-kun. Un día su padre llegó a casa trayendo una caja y poniéndola delante del niño le dijo que la abriera. El niño sorprendido vio que la caja se movía, la abrió temerosamente y aparecieron en ella dos tiernos perritos de color negro. El se alegró muchísimo al verlos y le preguntó tímidamente a su padre si se iban a quedar en casa, a lo cual él respondió que sí. Lleno de júbilo les llamó: ‘Koro’ y ‘Kuro’ (kuro significa color negro en japonés). Esos perritos le hacían compañia al solitario Taro-kun y se iba con ellos a la colina a pintar el hermoso paisaje que tanto disfrutaba.
     Un día le llegó el atardecer sin darse cuenta y temerosamente bajaba por el mismo sendero de siempre acompañado de sus fieles, ‘Koro’ y ‘Kuro’. Las garras de la noche poco a poco oscurecían el camino y estaba por pasar por el lugar más peligroso de la zona donde se encontraban los avisos. Pasaba por ahí cuando de pronto sintió un ruido entre la maleza en medio de la oscuridad y pegó un grito de susto al ver salir de entre las sombras una silueta grande. Era su padre que hacía ronda por el bosque junto con sus vecinos y al verlo le quiso dar un pequeño susto para hacerlo más fuerte. En broma le dijo que les acompañase, el niño se negó y volvió asustadísimo a su casa.
 
     Así pasaron los días del tímido Taro-kun, hasta que un día en los pasillos de la escuela vio un anuncio en el que buscaban participantes para un concurso de pintura para niños de la UNESCO. Tomó uno de los anuncios y llegó corriendo muy entusiasmado a su casa. Buscó a su madre en la cocina y mostrándoselo le dijo que él ganaría el primer puesto y que si ganaba iba a……Su madre, intrigada, le preguntó qué iba a hacer con el premio si lo ganaba y el tierno niño le respondió que mejor lo guardaba como algo secreto. Su madre sonrió y continuó con sus labores. Desde ese día Taro-kun salía todos los días con mucho más ánimo a la colina a pintar hasta que finalizó su obra y la envió al concurso.
 
     Transcurrió el tiempo y una mañana al salir a la escuela los perritos que ya habían crecido se mostraban extrañamente nerviosos y ladraban mucho. Se les notaba desesperados y jalaban la cuerda que los ataba. Taro-kun se acercó a despedirse de ellos como hacía todos los días y le llamó la atención que no cesaran de ladrar. Los perros parecían presagiar algo. El niño se fue a la escuela sin presentir que ese día en el camino le esperaba la fatalidad. Poco después de salir de casa, su madre recibió una llamada con la triste noticia de un accidente y salió corriendo al hospital, pero ya el tierno y dulce Taro-kun había partido al Cielo. Esto sumió en el más profundo dolor y abatimiento a sus padres y los perros extrañaron la presencia de su pequeño amigo. El padre lamentaba el no haber podido realizar su sueño de salir a cazar osos con Taro-kun.
 
     Pasó un tiempo y una mañana llegó un sobre dirigido a Taro-kun. Era el resultado del concurso de pintura en el que decía que había ganado el primer puesto. Los padres al ver esto empezaron a llorar desconsoladamente y entonces su madre recordó que Taro-kun cuando estaba más pequeño y veían en la televisión la Torre de Tokio le había oído decir a ella que nunca había estado en la capital, y él, inocentemente, le había dicho que algun día la llevaría. Y ése era, precisamente, el deseo secreto que quería cumplirle Taro-kun a su madre al participar en el concurso: llevarla a conocer Tokio porque es ahí donde se realiza la entrega de premios. Taro-kun cumplió su promesa infantil aún desde el Cielo. Los padres viajaron a Tokio y tenían especial interés en ver lo que había pintado su hijo ya que ellos no lo habían visto. Después de buscar entre todos los trabajos de otros niños encontraron el de su querido hijo. Entonces, emocionados y sorprendidos vieron que Taro-kun se había pintado a sí mismo ya grande, cazando osos al lado de su padre y acompañado de ‘Koro’ y ‘Kuro’ –en el dibujo ya grandes y feroces- en el bosque.

     Si esta conmovedora historia, lamentablemente, real le movió el corazón como a mí cuando la ví en la televisión japonesa, déle un gran abrazo a sus hijos o a sus hermanos menores o a quien tenga a su lado porque la vida pende de un hilo y se puede truncar en cualquier momento. Dé amor y protección a quienes le rodean, pero ahora porque para mañana puede ser tarde.
 
     *Post publicado el 20 de septiembre del 2010 en RK, pero ahora ya con acentos y signos. Gracias a los lectores de ese entonces que disculpaban la falta de signos, etc. Y si hay alguna diferencia con la version original emitida en japonés es por que lo redacté sólo de memoria.

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