domingo, 2 de marzo de 2014

White Day o Dia blanco

     No, hoy no ha sido día festivo. Quizás eso sugiere el título pero ha sido un día laborable no un “día en blanco” o sin hacer nada. Lo de “día blanco” quizás sí pueda ser por lo blanca que ha quedado la ciudad después de la nevada durante todo el día. Indudablemente ha sido un día frío. La temperatura no ha subido a más de 3 ℃ durante el día. A veces me pregunto cómo el ser humano puede soportar temperaturas extremas, y en verdad, no me queda más que agradecer a esta maravillosa máquina que es el cuerpo humano por esa capacidad que tiene de regular nuestra temperatura corporal para no sucumbir ante el intenso frío. A estas alturas ya debería estar acostumbrada al crudo invierno de Japón, pero, como ven, no es así. Sigo sintiendo tanto o más frío que cuando llegué por primera vez aquí.  Los japoneses llaman a estos días de marzo “sankanshion (三寒四温)”, que quiere decir tres (san) días fríos (kan) y cuatro (shi) cálidos (on). Entonces, habrá que soportar los dos días más que faltan y esperar con paciencia los cuatro más que vienen. 

     Bueno, pero al ver todo blanco recordé que ya se acerca el “Día Blanco” o “White Day”. Esta es una fecha especial originada o inventada aquí -según mis amistades- hace unos 30 años.  Se preguntarán, y ¿qué se celebra? Pues bien, absolveré su curiosidad. Todo empieza el “Día de San Valentín”. Ese día que nosotros conocemos como el “Día de los Enamorados” o el “Día de la Amistad”, aquí tiene un significado algo diferente. Yo le llamaría el día de la entrega de chocolates. ¿Por qué? Porque las chicas de todas las edades se los dan a los chicos. Bien, me dirán, y ¿qué tiene eso de raro? Lo sé, visto así, casi nada, pero aquí dar chocolates en San Valentín tiene un significado especial. No se trata de cualquier chocolate, no. Esos chocolates que las chicas preparan (algunas asisten a cursos especiales para hacerlos o leen las recetas de los libros para preparar los más sofisticados) o compran en los “depatos” (grandes almacenes) que para esos días tienen un amplio espacio colmado de chocolates de todos los tipos, colores, precios y sabores(?) encierran un mensaje que viene a ser la declaración de amor de ellas a ellos. Así, con suerte el chico recibirá los chocolates esperados de la chica de sus sueños o sin suerte los recibirá de la chica que menos le gusta. Cosas del destino! Debo agregar que también se estila dar chocolates a los jefes o a los que ayudan en el trabajo cotidiano como muestra de agradecimiento (esos son los graciosamente llamados “girichocos”, giri significa algo asi como obligación), y también recientemente están de moda los chocolates para los amigos y hasta amigas o “tomochocos” que son, digamos, menos populares, pero se dan. En general, en este archipiélago los chocolates ayudan a las niñas a confesar su amor. Es como decir: “kimigasukidesu” o “me gustas”. Tierno, ¿verdad?

     Bien, como sabemos una confesión de amor tiene que tener una respuesta, ¿verdad? Pues bien, para eso los ingeniosos comerciantes japoneses crearon otro día especial en el que ellos puedan darla. Ese día es el denominado “White Day”. Por lo tanto, el próximo 14 de marzo, ellos tendrán que elegir entre todas las chicas o, mejor dicho, entre todos los chocolates. Menudo dolor de cabeza si alguno de ellos recibió más de una caja de chocolates, ¿no? Ya se imaginarán con que ansias esperan las niñas (y no tan niñas) este día en que sabrán si su amor es correspondido o no. Paralelamente, en el trabajo las personas que dieron a sus jefes los “girichocos” también recibirán de ellos, como gentil devolución, riquísimos dulces o quizás hermosas cajas de chocolates.

     Por lo pronto, yo me quedo con mi día blanco, pero blanco por la nieve. En verdad, la ciudad se ve hermosa con los tejados blancos. Me gusta la nieve, pero me gusta más cuando estoy dentro de mi casita con la calefacción encendida y mi café con leche viéndola caer a través de la ventana. En verdad se siente mucha paz al ver caer la nieve, y es interesante ver la forma de los cristales porque no todos son iguales.

     Esto lo escribí hace tres inviernos y casi nada ha cambiado en las costumbres, aunque este año hasta el momento ha caído poca nieve en esta zona que suele ser una de las más frías. Este año ha nevado más en zonas donde no suele nevar tanto. Bueno o malo, no sé, pero lo que sí sé es que falta menos de un mes para que se termine el invierno, aunque según el calendario antiguo estamos ya en primavera porque los árboles de “ume” y "momo" empiezan ya a florecer por la parte sur del país que es la más cálida. ¡Ah! Pero hay algo que también se celebra en estos días. Sí, justamente mañana es el “Hinamatsuri” o "Dia de las Niñas". Y ¿qué es eso? Bueno, es otra tradición japonesa que se celebra el 3 de marzo. Se pone un altar con muñequitos y muñequitas que representan a un emperador, emperatriz, etc., y ¿con qué finalidad? Con la finalidad de que las hijas hagan un buen matrimonio. Pero eso sí, eso se debe poner sólo hasta el 3 de marzo y guardarse inmediatamente porque si no, la hija se quedará soltera. Y ¿cómo es ese arreglo? Aquí pongo unas fotos que tomé ayer. ¡Ah! Pero también hay una época en la que se pide por un buen matrimonio o porvenir para el hijo varón. Sí, sí, pero eso se lo contaré en el siguiente post.
 
 
Fotos:
 
 
 

 
 
 
 
 

sábado, 8 de febrero de 2014

A letter from the Heaven

     Hoy estamos en “renkyu” o días feriados consecutivos. Así que como tengo un poco más de tiempo que otros días quiero compartir estas líneas con ustedes mis apreciados lectores. Esta es una historia real ocurrida en una zona de montaña al norte de este país. Era una familia campesina felíz y tenían un sólo hijo a quien llamaré Taro-kun. El niño tenía 12 años, era cariñoso, tranquilo y tímido. Su padre, un hombre fuerte y estricto, siempre salía con otros vecinos a cazar o ahuyentar osos que suelen azotar esa región. Taro-kun, casi todos los días, después de la escuela, subía a una colina cercana a disfrutar de su afición: pintar. Para eso tenía que pasar por un sendero en medio del bosque en el que habían carteles de aviso de peligro contra los osos, y siempre concentrado en su pintura le llegaba la tarde.

     Su padre soñaba con salir algun día con él a cazar osos pero el niño era muy temeroso, y esto preocupaba al padre y al mismo Taro-kun. Un día su padre llegó a casa trayendo una caja y poniéndola delante del niño le dijo que la abriera. El niño sorprendido vio que la caja se movía, la abrió temerosamente y aparecieron en ella dos tiernos perritos de color negro. El se alegró muchísimo al verlos y le preguntó tímidamente a su padre si se iban a quedar en casa, a lo cual él respondió que sí. Lleno de júbilo les llamó: ‘Koro’ y ‘Kuro’ (kuro significa color negro en japonés). Esos perritos le hacían compañia al solitario Taro-kun y se iba con ellos a la colina a pintar el hermoso paisaje que tanto disfrutaba.
     Un día le llegó el atardecer sin darse cuenta y temerosamente bajaba por el mismo sendero de siempre acompañado de sus fieles, ‘Koro’ y ‘Kuro’. Las garras de la noche poco a poco oscurecían el camino y estaba por pasar por el lugar más peligroso de la zona donde se encontraban los avisos. Pasaba por ahí cuando de pronto sintió un ruido entre la maleza en medio de la oscuridad y pegó un grito de susto al ver salir de entre las sombras una silueta grande. Era su padre que hacía ronda por el bosque junto con sus vecinos y al verlo le quiso dar un pequeño susto para hacerlo más fuerte. En broma le dijo que les acompañase, el niño se negó y volvió asustadísimo a su casa.
 
     Así pasaron los días del tímido Taro-kun, hasta que un día en los pasillos de la escuela vio un anuncio en el que buscaban participantes para un concurso de pintura para niños de la UNESCO. Tomó uno de los anuncios y llegó corriendo muy entusiasmado a su casa. Buscó a su madre en la cocina y mostrándoselo le dijo que él ganaría el primer puesto y que si ganaba iba a……Su madre, intrigada, le preguntó qué iba a hacer con el premio si lo ganaba y el tierno niño le respondió que mejor lo guardaba como algo secreto. Su madre sonrió y continuó con sus labores. Desde ese día Taro-kun salía todos los días con mucho más ánimo a la colina a pintar hasta que finalizó su obra y la envió al concurso.
 
     Transcurrió el tiempo y una mañana al salir a la escuela los perritos que ya habían crecido se mostraban extrañamente nerviosos y ladraban mucho. Se les notaba desesperados y jalaban la cuerda que los ataba. Taro-kun se acercó a despedirse de ellos como hacía todos los días y le llamó la atención que no cesaran de ladrar. Los perros parecían presagiar algo. El niño se fue a la escuela sin presentir que ese día en el camino le esperaba la fatalidad. Poco después de salir de casa, su madre recibió una llamada con la triste noticia de un accidente y salió corriendo al hospital, pero ya el tierno y dulce Taro-kun había partido al Cielo. Esto sumió en el más profundo dolor y abatimiento a sus padres y los perros extrañaron la presencia de su pequeño amigo. El padre lamentaba el no haber podido realizar su sueño de salir a cazar osos con Taro-kun.
 
     Pasó un tiempo y una mañana llegó un sobre dirigido a Taro-kun. Era el resultado del concurso de pintura en el que decía que había ganado el primer puesto. Los padres al ver esto empezaron a llorar desconsoladamente y entonces su madre recordó que Taro-kun cuando estaba más pequeño y veían en la televisión la Torre de Tokio le había oído decir a ella que nunca había estado en la capital, y él, inocentemente, le había dicho que algun día la llevaría. Y ése era, precisamente, el deseo secreto que quería cumplirle Taro-kun a su madre al participar en el concurso: llevarla a conocer Tokio porque es ahí donde se realiza la entrega de premios. Taro-kun cumplió su promesa infantil aún desde el Cielo. Los padres viajaron a Tokio y tenían especial interés en ver lo que había pintado su hijo ya que ellos no lo habían visto. Después de buscar entre todos los trabajos de otros niños encontraron el de su querido hijo. Entonces, emocionados y sorprendidos vieron que Taro-kun se había pintado a sí mismo ya grande, cazando osos al lado de su padre y acompañado de ‘Koro’ y ‘Kuro’ –en el dibujo ya grandes y feroces- en el bosque.

     Si esta conmovedora historia, lamentablemente, real le movió el corazón como a mí cuando la ví en la televisión japonesa, déle un gran abrazo a sus hijos o a sus hermanos menores o a quien tenga a su lado porque la vida pende de un hilo y se puede truncar en cualquier momento. Dé amor y protección a quienes le rodean, pero ahora porque para mañana puede ser tarde.
 
     *Post publicado el 20 de septiembre del 2010 en RK, pero ahora ya con acentos y signos. Gracias a los lectores de ese entonces que disculpaban la falta de signos, etc. Y si hay alguna diferencia con la version original emitida en japonés es por que lo redacté sólo de memoria.

domingo, 26 de enero de 2014

Hiroshima Peace Park

     Esta mañana como todos los años se hizo el minuto de silencio por los muertos causados por la bomba atómica de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. Hacer ese minuto de silencio orando por tantas vidas perdidas -dicen que 120 000 aunque las cifras varían- hace estremecer el corazón a cualquiera que tenga un poquito de sentimientos. Sí, es parte del pasado, es parte de la historia, no nos afecta a nosotros, pero si nos ponemos en el lugar de esas vidas humanas que pasaron por esos momentos tan terribles, dolorosos y trágicos, se nos escarapelará la piel. Claro que Japón sabía que estaba en época de guerra y que los bombardeos eran el pan de cada día -antes de tirar la bomba ya habían habido más de 140 bombardeos- y la gente común vivía siempre en estado de alerta e incertidumbre. En los pueblos, generalmente, habían mujeres, profesionales, personas de edad avanzada y niños porque la mayoría de jóvenes en edad militar y personas de edad mediana estaban destacados en algún lugar.

     Según cuentan los libros y según me han contado algunas personas que vivieron en esa época, inclusive la ciudad en la que vivo ahora fue una de las bombardeadas y cuando empezaba su reconstrucción al terminar la guerra, para su mala suerte, a los pocos años se vio afectada por uno de los más grandes terremotos que ha sufrido esta isla. Dos desastres consecutivos: uno causado por la mano del hombre y otro por la naturaleza. Es por eso que la avenida principal -ancha y contrastante con otras más estrechas debido a que como todo quedó destruído aprovecharon para ampliarla- se llama Avenida Phoenix porque esta ciudad ha renacido de sus cenizas y resurgido después del bombardeo y del gran terremoto.
 

     Volviendo a Hiroshima, en días como éstos, uno se pone a pensar en el significado de la guerra y de la paz. Justamente, una de mis motivaciones para venir aquí fue el tratar de saber cómo esta nación ha podido resurgir después de pasar por un acontecimiento tan horroroso como ese y convertirse con el paso de los años en una potencia científica y tecnológica mundial, pero no sólo eso, sino también en una de las más civilizadas del mundo. Es así que uno de mis primeros viajes en este país fue, como ya se imaginarán, a las ciudades sureñas de Hiroshima y Nagasaki. Hoy sólo les hablaré de mis impresiones en Hiroshima. El estar ante los restos de esa iglesia que muchos han de haber visto en postales o revistas, observar los escombros, sentir ese ambiente, sumergirse en ese espacio, para mí, sagrado, por el significado que tiene, es, en verdad, conmovedor. Caminar por el Parque de la Paz y a lo largo de ese río al cual muchos se lanzaron tratando de huir de los incendios o de mitigar sus dolores o refrescar sus heridas, transportarse a esos aciagos momentos y sentir lo que ellos sintieron es en verdad doloroso. Sentarse frente a ese río y buscar un por qué, hurgar en lo mas recóndito de uno mismo y no encontrar una respuesta ante semejante acción deja una sensación de impotencia. Los verdes árboles me hacen pensar en que mientras hay vida hay esperanza, que en ese lugar donde muchos sucumbieron aún florecen seres humanos que entendieron, aunque un poco tarde, que la guerra no es el mejor camino y que no conduce a nada.
 
     Los que salieron derrotados lo entendieron, pero los que ganaron continúan aún con su carrera armamentista. ¿Cuántas Hiroshimas faltarán por existir? Claro, hoy ya no es una bomba si no son armas bélicas más sofisticadas. Sin ir muy lejos, un país vecino a veces nos sorprende con misiles que cruzan el cielo japonés. La inteligencia humana está siendo utilizada para fabricar armas y dominar a otros humanos, para adquirir un poder ilimitado cuando en realidad deberíamos de usarla para fabricar medicinas contra enfermedades tan mortales como el cáncer, para combatir tantas enfermedades infecciosas y otras de origen aún desconocido, para forestar desiertos y asegurar la supervivencia humana, para mejorar la calidad de vida de tanta gente que vive en condiciones infrahumanas. Caminar por el Parque de la Paz de Hiroshima me marcó. Ver la estatua de la niña que murió después de la guerra en un hospital adornada con tantas cadenetas de “origamis” hechos en papeles japoneses de colores -aquí el hacer figuras en papel es una manera de orar por la salud o recuperación de un enfermo- que a ella lamentablemente no la ayudaron es algo desolador. Llegar a orar donde se encuentra la antorcha de la paz que nunca se apaga y orar por el descanso de las almas es un momento de reflexión que perdura en el corazón por siempre. El entrar al Museo que está a unos metros y ver los horrores de la guerra en fotos o en la ropa de los caídos o ver la réplica de “Little boy” (así se llamaba la bomba) es revivir esa pesadilla. Es ponerse una vez más en el lugar de esas personas que un día como hoy de ardiente verano no pensaron que era la última mañana que sus ojos verían este hermoso cielo azul con nubes blancas y que en cuestión de segundos pasarían a ese mundo intangible y etéreo desde donde espero que sigan iluminando a esta nación para que no cambien sus tres principios de 'no producir, no poseer y no autorizar armamento nuclear', y que sigan siendo un país pacífico y pacifista, y a la vez, sensibilizen los corazones de quienes mal-utilizan el conocimiento científico que mentes brillantes crean. Las nuevas generaciones y los que no vivieron en carne propia esta atroz experiencia deben ser también concientizados en este sentido.
 
     El físico Albert Einstein, después de ver lo que causaron las bombas, reflexionó y dijo:
 “Si hubiera sabido esto, me habría dedicado a la relojería”.
Y también dijo: “No sé cómo será la III Guerra Mundial, pero sí la IV: con piedras y palos”.
Y además: “El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad”.

     Particularmente pienso que mientras el ser humano no gane su propia guerra interna y encuentre la paz interior, no desaparecerán las guerras de la faz de la Tierra. Vivir en paz debe ser el ideal que mueva a los pueblos, debe ser el sueño a perseguir, debe ser la bandera blanca que llevemos en el corazón. Por los niños de ahora, por los niños que vendrán si se lo permiten, por este hermoso hogar que es nuestra Tierra, por ese cielo azul que podemos ver cada mañana, por eso y por mucho más: pensemos en construír no en destruír.

     Este fue un post publicado el 6 de agosto del 2010, ahora con pequeñas modificaciones y correcciones de acentos y signos. Las interacciones con las excelentes personas en ese entonces era mi mayor impulso para escribir, y juntos reflexionamos sobre el tema. Incluyo un extracto de algunas sin mencionar los nombres.

Respuestas a “Hiroshima”

X-1 dice:
6 Agosto, 2010 a las 3:21 pm

Tremendo y cruel tema el dia de hoy... 
Son 65 años...pocos sobrevivientes ha de haber que vivieron ese horror!
No concibo que en una mente..(la de Truman) se haya podido gestar la decisión de hacer tanto mal en unos segundos!
Toda guerra ha sido motivada por la ambición y la maldad...nunca he justificado que exista una razón suficiente para emprenderla.
En una guerra no importando el vencedor...todos pierden!
Mantengamos la esperanza de que algun día...reinará la paz en todo el mundo...que las mentes brillantes y sus creaciones sean para hacer un mundo mejor, que florezcan los campos de batalla, y que las armas..sean como esa réplica de Little Boy...auténticas piezas de museo que recuerden que el ser humano alguna vez fue imperfecto....

X-2 dice:
6 Agosto, 2010 a las 3:42 pm
Antes que nada, mi solidaridad con todos los superviventes de esa hecatombe, porque tuve la oportunidad de ver un especial periodístico acá en mi país y me quedé perpleja al escuchar a un adulto japonés decir que no guardaba rencor a los que le arrebataron la vida a sus padres, hermanos, es decir a casi toda su familia y él debía de vivir por siempre con las secuelas en su propio cuerpo,me pareció un ejemplo vivo de lo digno que se puede ser perdonando al enemigo, además imagino que los responsables de tan fatal decisión, viven o habrán vivido cada segundo de sus días con el remordimiento del daño irreparable que causaron. Pero, a pesar de todo, es admirable lo que los japoneses hicieron después, levantarse de sus cenizas y llegar a ser lo que son hoy, una potencia mundial y están siempre a la vanguardia de la tecnología.

X-3 dice:
6 Agosto, 2010 a las 7:27 pm
Me auno a los sentimientos de reflexión, de dolor, de indignación y de deseo por la paz que nos provoca en todos los recuerdos de Hiroshima, además como maestra trato de educar a mis alumnos para que puedan y quieran vivir en un ambiente de paz, reiterando siempre que el ser pacifista, el evitar una confrontación, no es sinónimo de cobardía como algunos piensan, para ellos es complicado entender eso.
Pero sabes pienso que mientras exista el ser humano existirán guerras, porque el ser humano tiene siempre en su esencia la maldad, muchos la derrotan pero una gran mayoría lo tiene en sí mismo, desde el momento en que alguien se cree superior a otro, en que alguien quiere ser más que los demás está empezando una guerra, y paradojas de la vida, nuestro modo actual de vivir es una guerra diaria contra el tiempo, contra tus colegas, en que tienes que ser superior en el trabajo, en tu carrera, en todo.
Pero es bien cierto un pensamiento asiático, del arte de la guerra creo, no hay mejor guerra que la que se gana sin haberla empezado.
Y la disculpa de algunos para seguir el armamentismo que si quieres tener la paz prepárate para la guerra..Desde aqui rezare por que no vuelvan a repetirse jamas todos los horrores de una guerra asi, y seguire decepcionada de mi raza humana, que por su ambicion destruye vidas, destruye el mundo, con el consuelo y la esperanza de que existen algunos humanos diferentes que tratan de ayudar al mundo y mantener la paz.

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:10 am
Hola, X-1! 
Hay gente que pasa a la historia por sus buenas acciones y otras que pasan por lo contrario. Unos luchan por preservar la vida -como la Beata Madre Teresa de Calcula- y otros buscan los medios para destruirla. Lamentablemente cuando se den cuenta de que van por el camino incorrecto sera demasiado tarde…y los pocos que queden -si es que quedan- pelearan con palos y piedras como dijo Einstein. Y lo que crean los cientificos no es malo…lo malo es la aplicacion que se le da…Y muy cierto, en una guerra todos los que pelean pierden (los que ganan son los fabricantes de armas)…A seguir reflexionando…y que los duen~os el mundo se unan para parar el armamentismo…no para fomentarlo! A seguir en la lucha diaria, pero contra la desidia, la flojera, la ambicion desmedida, la lujuria, la gula, la perdida de valores..y cuantas cosas que si valdria la pena desterrar…

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:20 am
Hola, X-2! 
Veo que alla tambien han pasado documentales sobre las secuelas de la guerra, especialmente sobre los supervivientes. Perdonar es un acto humano…y hace mas grande al que perdona…despues de tantos an~os imagino que muchos han de haberse resignado a perder a un ser querido…ademas morir con la conciencia limpia creo que es lo mejor..y eso solo se puede conseguir perdonando…

Bengoshi dice:
7 Agosto, 2010 a las 2:33 am
Hola, X-3! 
Si, recuerdo ese pensamiento: “No hay mejor guerra que la que no se hace”….dando a entender que lo mejor es hablar y discutir para llegar a un acuerdo antes de empezar una guerra con tantas consecuencias fatales….Pero como sabras los que ordenan no estan en el frente de batalla…simplemente ordenan desde sus comodos asientos…Espero que ese pensamiento se difunda mas y mas….aunque pasara mucho pero mucho tiempo para que lleguemos a tal grado de civilizacion….Por otro lado, no hay que confundir con otro pensamiento parecido que dice: “No hay peor lucha que la que no se hace”…en este caso, se habla de no rendirse solamente al ver que algo parece dificil…en este caso se trata de intentar…de tratar de hacer algo….este es un pensamiento para arengar a hacer posible lo que se cree imposible…Muchos no se dan cuenta de sus capacidades porque no intentan….Y muy de acuerdo contigo, vivimos en muchas guerras…Pero como ya te dije antes…trata de ensen~arle a tus alumnitos a ser cada dia mas humanos pero sin perder su dignidad….y partiendo desde el punto de vista que dignidad es diferente a orgullo….Que sean dignos representantes del pais y orgullosos de su pais, de su historia, de su familia….Vamos a seguir en la brega …Tienes un noble trabajo en tus manos! 
=.=.=.=
 
Gracias a estos tres EXCEPCIONALES comentaristas...Momentos inolvidables que compartimos juntos...y que se repetiran porque mientras hay vida hay esperanza.

lunes, 13 de enero de 2014

Las dos caras

     Hoy también ha sido dia festivo, pero fuí a mi “work” porque éste es un mes que parecen dos juntos. Ayer -día laborable- fuí de “business trip” a un “meeting” (reunión de trabajo no de protesta) en una ciudad situada al norte de aquí llamada Toyama. En esa fría reunión de trabajo estuve muy lejos de hablar de mi río, de mis flores, de mi cielo…un mundo completamente diferente. Un mundo frío en el que los sentimientos o emociones sólo son usados para manipularlos y obtener beneficios. Un mundo en el que se apelan a los sentimientos para vender algo o invertir en algo que reditúe en ganancias y donde sólo lo que produce dinero adquiere valor. En fín, áreas en las que uno se introduce, a veces, fortuitamente. Ahí estuve, aprendiendo de los que dominan esa fría tarea de “producir dinero”. No es mi trabajo -en todo caso preferiría “producir” o formar personas- pero asistí ya que en este mundo tan competitivo y globalizado hay que saber un poco de todo y todo lo que se aprende, aunque no se aplique, puede ser útil en algun momento o por lo menos ayudarnos a entender más sobre nuestra mayor empresa: vivir.

     Pero lo mejor del día de ayer ocurrió al empezar la mañana y se lo cuento, aún corriendo el riesgo de que piensen que aluciné o que soñé. Bueno, ésta es la cara brillante de la luna -así como la de esta noche- la más hermosa, la más pura, la más significativa (por lo menos para mí). Bien, me levanté temprano, tomé rápidamente un café y llamé al servicio de taxi de siempre. Sí, al de siempre porque con sólo llamar y al ver el número que sale registrado ya saben quien es el cliente y sólo preguntan '¿en su casa o dónde'?. Llegó, tocó el timbre, dijo que estaba esperando a través del interphone, y se retiró. Salí raudamente, casi no llovía, así que el taxista estaba sentado dentro acomodándose el cabello mientras se miraba en el espejo -si llovía estaría afuera esperando con un paraguas- y me acerqué hasta que me vio. Abrió desde dentro la puerta automática mientras se disculpaba como pescado en falta, subí y le dije que me llevase a la estación principal de trenes. No tuve tiempo de hablar ni nada porque iba revisando que nada me falte. Cuando terminé ya estábamos en la estación.

     Llegué al andén y buscaba el número de vagón cuando una voz desconocida me preguntó en japonés (lo raro sería que me hablasen en español): ‘¿Busca el Hakutaka?’. Volteé y era una señora bastante mayor que estaba sentada en uno de los asientos del andén que a esa hora de la mañaba estaba casi desierto. ‘Sí’ -le contesté sonriendo y me senté en el asiento de al lado después de comprobar que estaba en el lugar que me correspondía. ‘¿Qué número de vagón es?’ -me volvió a preguntar. ‘Tres, y ¿el suyo?’ -le dije. ‘Uno, allá he dejado mis cosas’ -respondió señalando pero no llegué a ver nada. Y como disculpándose por abordarme de esa manera me dijo que ella siempre era así de espontánea (sociable) a lo cual sonreí. ‘No es japonesa, ¿no?’ -agregó. ‘No’ -le respondí. ‘¿Cuánto tiempo lleva en la ciudad?’ -dijo tratando de ser amigable. Se lo dije y ella siguió diciendo: ‘Siento admiración por la gente que vive fuera de su país porque yo nunca he salido de aquí. Es cuestión de voluntad, ¿no?’ -preguntó. ‘Sí, así es…gracias, pero no tiene nada de admirable’ -le respondí, y le pregunté hasta dónde iba. Me dijo que iba a Saitama a una hora de Tokio. ‘Pero, ¿por esta ruta?’ -le dije. ‘No sé, mi sobrino me ha comprado los pasajes’ -respondió mostrándomelos. Sonreí pensando en que con ese carácter tan jovial y agradable cualquiera le ayudaría en el camino si tuviese algun problema ya que por esta ruta el tramo era mucho mas largo que por la ruta normal. Luego, como pecada en falta, dijo: ‘Yo nunca me preocupo demasiado de las cosas. Lo que ha de suceder, sucederá…..además voy de paseo’ -agregó como diciendo que si se le pasaba un tren no habría problema ya que no tenía prisa. Y siguió diciendo: ‘A mí con comer 'bisteck' me basta, aunque no lo como todos los días’ -dijo riendo al tiempo que añadía: ‘Vivo el día a día con alegría y sin hacerme problemas’. Yo la escuchaba atentamente ya que me había caído muy simpática por su forma de ser, y esa intempestiva conversación esperando en el andén me estaba llenando el corazón de sensaciones hermosas, de gratitud, de cariño, de admiración a una señora mayor que me hacía recordar a mi abuelita y que hasta hacía diez minutos antes ni siquiera conocía. Me alegré de estar ahí en ese instante y de coincidir con ese tierno personaje tan pleno de vida y que me inspiraba tanta ternura. ‘Tiene usted unas ideas muy filosóficas, una manera maravillosa de ver la vida y sentimientos muy hermosos’ -le dije sin contener mi admiración. ‘Es la mejor manera para vivir en paz’ -me dijo. Y en eso los altavoces anunciaron la llegada de un tren. ‘¿Es ése?’ -me preguntó. ‘Sí, creo que sí’ -le dije viendo el reloj ya que por estar hablando con ella no presté mucha atención al altavoz. Ella se paró y rápidamente empezó a despedirse muy amablemente…Llegó el tren y leí que era el nuestro. ‘Sí es’ -le dije, y ella giró rápidamente en dirección a su vagón corriendo mientras decía: ‘Ogenkide’ (Buena suerte) entre otras frases más…..Entonces, ví sorprendida que luego de correr varios metros volvió sobre sus pasos y mirándome cariñosamente me extendió las manos y tomó las mías con calidez pero con suavidad mientras me hacía la venia repetidamente…hermoso gesto al que yo también respondí emocionada…y se alejó corriendo nuevamente a subir a su vagón mientras yo hacía lo mismo en dirección opuesta.

     Ya sentada en el tren seguía evocando esa hermosa escena y la plática con la señora no se me borraba de la mente. Sin duda, una valiosa conversación y una lección de vida que me iluminó la mañana. Era la segunda vez que una persona mayor me tomaba así las manos. La primera vez fue en Osaka dentro del subterráneo, pero esa es otra historia. Creo que se va haciendo costumbre en las personas perder la formalidad en ciertas ocasiones cuando quieren expresar mucho más y lo demuestran tomando las manos… El tomar las manos en nuestros países es muy normal, sin embargo, aquí, no lo es…y en verdad se siente muy bonito al ser tomado de las manos o recibir las palmaditas en la espalda....y mucho más un abrazo. Recibir este regalo al empezar la mañana sin hacer nada por merecerlo me hizo el día. Algo más para agradecer el día de ayer. Y así, me moví entre los dos lados de la luna: el lado ensombrecido y el lado brillante. Situaciones como las que les cuento son para recordar siempre, son como energía condensada que en su momento oportuno se dispersa y nos dá fuerza para seguir en la brega. Hoy soy más feliz que ayer y menos que mañana. Este es un post del 20 de septiembre del 2010, y lo recordé hoy a inicios del 2014 porque en este día feriado o festivo por el 'Dia del adulto' lo he pasado lindísimo con mi familia japonesa o 'host family' y sus amistades. Una reunión plácida, cordial, amena, plena de sonrisas y risas, y que terminó también con despedidas con venias y tomándonos las manos. Cuántas cosas podemos cambiar en las personas y en nosotros mismos cuando somos nosotros mismos, cuando nos olvidamos de formalidades y pasimonias, cuando dejamos que el corazón se manifieste. Mi familia de corazón está feliz y yo también. Hace frio, pero quién siente frio cuando la tibieza sale del corazon a través de una sonrisa. Hablemos siempre con los abuelitos y niños que encontremos en nuestro camino. Y usted, ya sonrió hoy?