lunes, 29 de julio de 2013

Evolution = Evolucion

     Hermoso día de primavera, como para salir a dar un paseo en bicicleta y tomar fotos de mis mejores modelos: los paisajes y las flores. No sé cuántos miles de fotos he tomado hasta hoy. Al principio las hacía en las máquinas tradicionales, pero ahora la maravilla de la tecnología nos pone a la mano la máquina digital. Estando en un país exportador de tecnología es inevitable sucumbir ante el avance vertiginoso que se experimenta día a día. En lo posible hago lo que puedo por no rendirme ante ella, pero corro el riesgo de quedar desfasada, y eso, para mi trabajo es un elemento negativo. Así que, querramos o no, tenemos que renovarnos y adecuarnos a las novedades del nuevo siglo. Como dijo Charles Darwin: “Organismo que no se adapta, muere”. 

     Traigo a colación el tema porque justamente ayer domingo estuve viendo un programa de la televisión japonesa que me gusta mucho: “Itte Q” en el cual destaca la “shinshu hunter”, Ayako Imoto, una japonesita que recorre el mundo haciendo reportajes sobre animales, costumbres, etc. Desde que empezó a salir en ese programa me gustó por su espontaneidad, capacidad de trasmitir, y hasta por sus fallas porque eso nos hacía (y nos hace) identificarnos con ella. En realidad no es un programa de corte formal, sino más bien es un programa de entretenimiento en el que cosas educativas se presentan con rasgos de humor (aunque actualmente es más de entretenimiento). Ayako Imoto aparece con las cejas grotescamente pintadas, ese es su “trade mark”, y lo que atrae también a los niños. Indudablemente: ‘¡entretenimiento y educación son una gran combinación!’.
 
     En el programa de ayer pasaron sobre las Islas Galápagos y los cambios que se están observando en los animales y plantas que hay allí. Por ejemplo: las pencas que han mutado y ya no permiten a las iguanas subir y alimentarse de ellas; las iguanas ahora tienen que esperar abajo a que caigan partes comestibles de ella, pero como la ‘espera desespera’, y ante la falta de alimentación permanente, las iguanas han empezado a sumergirse en el mar y buscar en ellas el alimento tan escaso sobre la superficie de la isla. ¡Que tal evolución! Y como una mutación origina otras, ahora han aparecido ¡iguanas híbridas! Sí, se acaban de encontrar solo cinco en toda la isla aún sin reproducirse. Como vemos, todo evoluciona, todo cambia en esta vida, así que nosotros también tenemos que hacerlo. Una sociedad no puede cerrarse ante los cambios de época, ante los cambios tecnológicos, es decir, hay que movernos y abrirnos al mundo. Los inmigrantes que muchos discriminan con vehemencia son los que dan vida e impulsan a las sociedades consideradas avanzadas ya que les dan variación y vienen trayendo nuevos conocimientos –algunos ancestrales- que mezclados a los ya existentes pueden hacer florecer nuevamente a un país en decadencia. En fin, las fronteras las inventó el hombre, pero donde nadie puede poner fronteras es en el de las ideas, en los pensamientos y en los sentimientos.
    
     Hay un pensamiento japonés que dice: “El agua que no se mueve, se abomba (o se pudre)”, y esto se puede aplicar a todo. Pero no lo tomemos al pie de la letra, quiero decir, no piensen que estoy diciendo desde mañana todos abandonen su país y salgan a viajar por el mundo. No, no me malinterpreten. Saquémosle la esencia a ese dicho e interpretémoslo (valga la redundancia) en su real dimensión. Lo que implica es que hay que intercambiar ideas, opiniones, costumbres, comidas,…..en resumen, científicamente hablando tratemos de ser un sistema abierto no cerrado; y humanamente hablando seamos eso, más humanos y más sabios para poder hacer honor a nuestra especie: “Homo sapiens”. Como dice la canción de Roberto carlos: “Yo quisiera ser tan civilizado como los animales…..”

     Bueno, dentro de lo que uno aporta a otros países y como parte de mi ‘amplio bagaje gastronómico’ –por supuesto que es en broma ya que tengo 0 en cocina y hasta al cuchillo le tenía miedo- y creo que lo poco que aprendí de mi madre sobre cocina, y que los fines de semana o algunas noches hace que mi cocina se convierta en un laboratorio y experimente lo que se puede preparar aquí con los ingredientes que se encuentran es la preparación del sancochado. Lo disfruto durante todo el año pero especialmente en invierno porque calienta el cuerpo como no se imaginan. Es mi clave de supervivencia a temperaturas a bajo 0 grados o cercanas a ella y aunque no lo crean lo probó un amigo japonés que es “cheff” y le gustó y lo agregó en el menú de un restaurante. Aquí les dejo la receta de mi “sancochado” al estilo de Bengoshi. Sí, porque la verdad no es igual en todas partes. Esta comida peruana -a mi parecer la más completa y nutritiva- es la que hace que mis neuronas -hasta antes de comer el sancochado lentas, cojas, algunas con vendaje y con bastones- se regocijen, se revitalicen y levanten las dendritas o dentritas, tiren los bastones y vendajes y corran, salten, se den volantines ..y mis celulas somáticas me lo agradezcan curándome con más rapidez de las enfermedades que nunca faltan.

SANCOCHADO ESTILO BENGOSHI

–INGREDIENTES–

- Medio kilo de carne de res (vaca), pero si encuentra huesitos también póngalos, así les extrae la sustancia al hervir. (Aquí no hay, por eso solo le pongo carne).
-Una zanahoria pequeña, un nabo pequeño, un pedazo de zapallo, todos picados en forma alargada ni tan delgada ni tan gruesa.
-Un puñadito de lentejas verdes secas, o si es que lo tiene, garbanzo remojado del día anterior, o habas frescas (cualquier legumbre es buena). A veces le pongo la lenteja marrón seca tambien, es especial para los que tienen la hemoglobina baja.
-Un choclo (maíz blanco fresco y tierno).
-Dos papas o medio kilo de yucas peladas y picadas en trozos de mediano tamaño.
-Col o repollo, cortado en pedazos grandes.
-Una ramita de apio, un poco de poro o puerro (si no los tiene no importa, pique un pedazo de cebolla roja o blanca).
-Un puñadito de arroz, pero si lo tiene ya cocido lo agrega al final junto con el repollo.
-Sal y orégano (opcional) a gusto. 
 
–PREPARACION–
 
-Ponga un poco de agua en una olla y agregue la carne picada en trozos pequeños y antes de que empiece a hervir quite esa espuma marrón que aparece en la superficie del agua (esto ocurre a los 15 minutos más o menos dependiendo del fuego).
-Agregue agua hasta la mitad de la olla más o menos y agregue las verduras y legumbres (si es posible agregue el zapallo unos 10 minutos después que las demás porque es más suave). Deje hervir a fuego medio por unos 45 minutos o hasta que las verduras y legumbres estén cocidas (esto depende de la temperatura). No se olvide de mover de vez en cuando.
-Adicione las papas o yucas y déjelos hervir por unos 20 minutos o hasta que estén cocidos.
-Agregue la col o repollo, un poco de arroz cocido y un poquito de cebolla picada, deje por unos 10 minutos o hasta que la col esté cocida. Finalmente, agregue sal a gusto y orégano.
+++++
 
     Pues bien, espero que le salga bien su ’sancochado’, tal vez la primera vez no le salga como usted lo desea, pero fallando se aprende. O que no le pase como a mi prima quien le dice a su esposo cuando no le sale la receta: ‘Amor, le puse de todo pero no sé que le faltó’, y él le responde riéndose: ‘Te faltó ganas!’. ¡Una noche estrellada para todos!

viernes, 26 de julio de 2013

Everyday is different! = Cada dia es diferente!.

     Cada día es un día diferente. No hay ninguno que se le parezca al otro. Por más que digamos que seguimos la misma rutina pienso que no es así. Quizás la rutina sea dormir, despertar, bañarse, tomar el desayuno, trabajar, dormir y así sucesivamente. Pero si nos damos cuenta y analizamos un poquito, por más rutinaria que sea, cada día ocurren casos y eventos que nos lo hacen diferente, o si nada o nadie nos lo hace diferente somos nosotros mismos quienes le ponemos la diferencia. ¿Y a qué viene todo esto? Pues bien, sin querer ser repetitiva ni ególatra ni egocéntrica o como se le llame a eso, quiero compartir con ustedes lo que pasó en estos dos miércoles pasados (que en realidad es una continuación del post anterior). ¿Se acuerdan de la señora ya mayor que hace la limpieza del edificio? Sí, sí, aquella señora a quien le dí un pequeño recuerdo de mi país y que se emocionó tanto que se le asomaron gotitas de alegría en esos ojitos rasgados.

     El miércoles de la semana pasada, al llegar al trabajo, ella estaba como siempre al lado del pasillo haciendo sus quehaceres. Como soy un poco "shy", traté de pasar desapercibida -conociendo las costumbres japonesas intuía lo que pasaría a continuación- pero no lo logré. Ella, al escuchar pasos, levantó la cabeza y me saludó muy afablemente, y repetidamente me hacía la venia en señal de agradecimiento por el presente. Sonriendo le dije que no tenía nada que agradecer y desaparecí rápidamente en el ascensor. Sin embargo, era el dia señalado para que entren a las oficinas, así que al poco rato apareció en la puerta. Como estaba yo sola se acercó y nuevamente se repitió la misma escena. Me contó que apenas llegó a su casa llamó por teléfono a su hija para decirle que había recibido un regalo de mi país, y que ella vino inmediatamente trayéndole algo de metal para que ponga el platito bronceado (con imán en la parte posterior). Lo pusieron allí, pero su hija le dijo que estaba muy bonito para solo pegarlo y decidieron que era mejor ponerlo en algo que lo resguarde del polvo. 

     Es así que ella fue a una tienda que hay cerca de aquí -imagino que su casa ha de estar en este barrio- y vio un marco o "frame" circular que le gustó y pensó en traer el platito para ver si cabía en él. Así lo hizo al dia siguiente pero cuando llegó a comprarlo ya no estaba. Lo habían vendido. Me contó que le habían dicho que para fin de mes quizás les traerían otros más. Le dije que “muchas gracias” por valorar tanto un pequeño recuerdo y ella, con esa ternura tan propia de las personas mayores, me dijo que ese regalo había venido de tan lejos y que nunca se hubiese imaginado que podría recibir algo de allá y que por eso para ella era como un tesoro. Luego añadió que ella había nacido después de la guerra y que por eso no había recibido una buena educación como intentando disculparse por algo. Le dije que ella había nacido en una época crítica y difícil, y que probablemente no tenía una excelente educación pero tenía algo muchísimo mejor: un gran corazón y una dulzura inmensa. Se le salieron las lágrimas y me dijo: “Kyou made ikite yokatta!” (Qué bueno que viví hasta hoy (para recibir esta alegría!)). Como pude contuve las lágrimas que pugnaban por brotarme y trataba de controlar la situación con palabras que la hicieran sonreír. No sé como lo logré. Entonces, recordé que tenía unos posavasos pintados a mano y le dije que ya que tanto le había agradado mi recuerdito anterior se los regalaba para que los use a diario. Ella los recibió con una amplia sonrisa diciendo: “¡Oh! ¡Ahora le debo más aún!”. Le dije que no se preocupara ya que el mejor regalo que podría recibir era esa hermosa sonrisa, y que se acuerde de esas sabias palabras: ‘ichigoichie’ (一期一会). “¡Es cierto! ¡Esto es algo único e irrepetible!”-agregó. En eso entró un colega y la dulce señora con corazón de oro se despidió y se marchó raudamente a continuar con sus labores.
 
      Pero ahí no terminó todo. Ayer miércoles me dirigía como todos los días a la oficina cuando me vio. Me saludó con ese saludo tan cordial -que quizás algun día extrañaré- y me dijo: “Chotto matte kudasai" (Espere un momento, por favor). Vi que se dirigió a su casillero y al minuto salió trayendo algo en las manos. Lo abrió y era el platito de bronce ya puesto en un marco circular de cuero negro. ¡Qué lindo se veía! Pero lo más conmovedor fue que me lo mostraba como si me mostrase el más preciado de los diamantes. “¡Qué bien ha quedado!” -le dije sonriendo. “Sí, ¿verdad?”-me respondió con cara de auténtica felicidad. “Los de la tienda me lo trajeron de su otra sucursal!”-agregó. Estaba feliz enseñándomelo. Sentí algo tan bello en el corazón, algo tan sublime, tan sagrado, tan puro….algo que no puedo definir con palabras. Sentí ganas de salir y hacer muchas cosas buenas, de trabajar mejor, de ponerle más ganas a todo lo que hago….Agradeciéndole por mostrármelo me retiré profundamente emocionada.
    
     Al poco rato tuve que bajar de nuevo al primer piso y en el trayecto se me ocurrió algo. “Le tomaré una foto”-pensé. Ese rostro curtido por los años no sé hasta cuando lo veré y quería tener un lindo recuerdo. Como tenía mi celular a la mano la busqué y para mi buena suerte la encontré ya a punto de marcharse. “¿Me podría mostrar nuevamente el cuadrito?”-le pregunté. “¡Claro que sí!”-respondió con júbilo. Y nuevamente lo sacó de su casillero comentándome de que su familia también estaba contentísima con el “souvenir”, y que inclusive su hijo que es pintor se había dado cuenta de que efectivamente los posavasos que le di después no eran hechos en fábrica si no que eran hechos a mano, y que aunque le di dos, no eran iguales, ya que las flores eran un poquito diferentes. A leguas se notaba -por el análisis concienzudo de los posavasos- de que su hijo sí era pintor. ¡Se habían fijado en todos los detalles! Luego me dijo que ella estaba buscando algo que regalarme y que había pensado en unas muñequitas de bambú que es lo típico de esta zona. Le agradecí por la intención, pero le dije que no se preocupase, que para mí el mejor de los regalos del mundo era ¡esa maravillosa sonrisa! Y para no olvidarla nunca le pedí tomarle una foto y aceptó gustosísima añadiendo que su nieta ya le había tomado también.

     Y así esa laboriosa y tierna señora, sin saberlo, me alegró la mañana. ¡Todo el día anduve con una sonrisa! Me hizo creer que nosotros podemos hacer que los días sean cada vez mejores. Que si no hacemos mal a nadie Dios nos regala estos hermosos momentos. Que nadie es mejor ni más importante que nadie. Que no importa el tamaño ni el precio de lo que demos ya que lo importante es dar con amor. Que, por ley general, si damos con amor recibiremos con amor o que si damos amor nos devolverán amor. Y cuando algo nos afecte la salud o si alguien nos quiere hacer algun daño o si las cosas no marchan bien, esos bellos momentos y esos rostros de las personas que nos demuestran cariño desinteresado son nuestra medicina más dulce, potente y eficaz; nuestra fortaleza más indestructible e invulnerable cuando los vientos arrecian, nuestro paraguas más amplio en un día de copiosa lluvia; nuestro árbol más frondoso que nos protege del ardiente sol en el verano; nuestra morada más cálida que nos cobija durante el invierno frío....o aquellos brazos cálidos y amorosos de nuestra santa madre……

     Gracias Señor por tu amor reflejado en las personas que día a día encuentro en mi camino. Gracias por hacerme sentir tu presencia en las personas bondadosas como esta dulce trabajadora. Gracias por dirigir mi vida y mis pasos. ¡Que tengan un día diferente!


jueves, 25 de julio de 2013

Blind? Who? = Quien es el ciego?

     Tengo un amigo ciego. Todos se imaginarán al clásico ciego con gafas oscuras y bastón que camina lerdamente por las calles o que pide limosna en la puerta de alguna iglesia. Pero no, mi amigo es un súper-ciego! Es japonés. Se llama Taiyo. Tiene cuarenta años pero él dice que tiene dos veces veinte y que es dos veces adulto porque aquí en Japón se es adulto a los veinte años. Usa el ordenador sin ninguna limitación, el celular, escribe e-mails más rápido que yo (y quizas que tú), lee sus correos mediante el software lector que tiene instalado en su ordenador y en su celular, es voluntario para enseñar el uso del ordenador a otros minusválidos (yo les llamaria superválidos), aprende español e inglés, etc. Pero no solo eso, trabaja establemente en una compañía como masajista profesional.
 
     Si sigo describiéndolo, tendría que agregar que es un gran deportista. Corre por lo menos dos maratones al año, participa en los Juegos para Minusválidos en diferentes disciplinas, etc. La última vez nos enseñó orgulloso las dos medallas, una de oro y otra de plata, que había ganado en los Juegos Nacionales de Minusválidos!. Estaba feliz y no era para menos. También practica el vóley de piso, especial para ciegos. Una vez nos invitó a participar y fuimos con una amiga. Es interesante. La pelota en lugar de pasar por arriba de la net pasa por debajo y ellos sienten el ruido que hace la pelota al rodar y así se dan cuenta donde está. Claro que también juegan videntes voluntarios para que los guíen o les digan la dirección de la pelota. Me animaron a jugar con ellos pero me sacaron por gritar mucho. No, no es broma. Lo que pasa es que no tenía experiencia. El oído de los invidentes es muy sensible y yo, como estaba acostumbrada a jugar el voley normal, pensé que mientras más fuerte hablara sería mejor. Pero me equivoqué, y en penitencia, me expulsé yo sola de la cancha.
 
     Taiyo es ciego de nacimiento pero eso no le impide nada. Es súper activo e hincha de Tigers Hanshin, el segundo equipo de béisbol más popular de Japón. Pero, ustedes dirán, eso no tiene nada de raro ya que se trata solo de oír los partidos por la radio desde la casa. Pues no. Están equivocados. Si fuera solo eso no lo mencionaría aquí. Taiyo va a casi todos los partidos de Hanshin en Japón, sea donde sea. Ha acompañado a su equipo desde Hokkaido, la provincia norteña más fría del Archipiélago, hasta Okinawa, la que está más al Sur de Japón (lugares que al ser remotos ni siquiera yo he ido). Ustedes pensarán que va en algún tour. Pues, no. Error. Taiyo a veces va acompañado de un algún amigo pero generalmente viaja solo! Tiene una capacidad de orientación formidable, se sabe el horario de los trenes de memoria, y no solo de un tren sino de las líneas mayores de trenes: Shinkansen, Kodama, Thunderbird, etc. Y más aún, nadie le gana en conocimiento de las conexiones con el subterráneo o los autobuses. Y ni qué decir del calendario, eso está grabado en su memoria y es capaz de decirnos el día en que cae cada fecha del año y hasta del siguiente año. Y si esto les parece inverosímil aun hay más, Taiyo va frecuentemente al cine y a conciertos de música, y nos recomienda películas o nos informa de los grupos o cantantes que llegan a la ciudad. Como pueden ver, para él no existe la palabra imposible.
 
     Hace un tiempo tenía que ir a un centro cultural en las afueras de la ciudad y decidí ir en un nuevo servicio que ha implementado la Municipalidad para conectar museos y bibliotecas. Yo sabía que salía cerca de la estación pero no de dónde. Estuve por ahí y no veía el paradero, entonces, no tuve mejor idea que llamar a Taiyo. Le llamé y le pregunté si sabía dónde estaba el paradero y me dijo: “Dónde estás? “Delante de la puerta principal del edificio nuevo que hay detrás de la estación de trenes”-le respondí. “Ah, ya!”-me dijo, y en un tris y tras me dijo como llegar al paradero con pelos y señales!.
    
 
     Hace unas semanas cuando lo vimos, nos comentó que había estado de vacaciones en la Isla de Okinawa por una semana, y solo! Llegó contento y trayéndonos hasta dulces. Allá había hecho mucho turismo, nos dijo mostrándonos los panfletos que había traído para que leyéramos. Pero lo que más disfrutó -según nos contó- fue el ver la pre-temporada de su equipo de béisbol favorito. Yo, antes, cuando pensaba como una mortal común no podía imaginar como un ciego podía ir al estadio y “ver” un partido. Como es mi amigo, le pregunté, y me dijo que se pone el audífono (auricular?) de la radio para oír el partido y luego vibra con los gritos de los demás aficionados, y que a veces oye el bate cuando choca con la pelota. Nosotros bromeamos diciéndole que se pasea más que nosotros! Él se ríe y nosotros también. Taiyo es como un niño grande.
 
     En verdad, Taiyo es súper especial. Siempre le aconsejamos que tenga más cuidado al caminar porque a veces camina más rápido que nosotros. A veces me he topado de casualidad con el por el centro de la ciudad y con solo saludarlo me responde por mi nombre, y otras veces lo he visto a lo lejos y sí que camina rápido guiándose de los bloques especiales que hay en las veredas y su bastón, y me ha preocupado, pero él siempre nos dice que no hay problema. Casi siempre nos reímos porque gusta de comprar la lotería y hasta ahora no le toca ningún “gordo” o porque nos cuenta que su madre lo regaña por no ordenar su habitación. Hace unos meses su madre tuvo que ser operada y debía hacer todas las cosas de la casa solo! Estuvimos preocupados pero nos dijo que había superado el reto muy bien. No deja de admirarnos su destreza para todo.
      
     Ahora está empeñado en viajar al extranjero. Le aconsejamos que si lo hace, lo haga con alguien porque el extranjero no es como Japón. Aquí la mayoría de conductores respetan a los transeúntes; en mi país, por ejemplo, es al revés, los transeúntes tienen que cuidarse de ellos. Aquí hay semáforos con sonido o música en las calles principales, y también hay, como ya lo mencioné, bloques en las calles, Braile en los botones de los ascensores, es decir, es un paraíso para los invidentes. Eso es algo que no creo encuentre en otros países. Hace unas tres semanas que no veo a Taiyo. El sábado lo veremos. No imagino qué novedades nos tendrá ahora porque siempre nos sorprende con algo nuevo.
 
     Lo bueno de no discriminar a las personas por su raza, color, religión, por defectos congénitos o lo que sea es que uno aprende mucho más que estando solo dentro de un selecto y reducido grupo de personas físicamente “perfectas” o que creen serlo. A veces nos dejamos llevar por las apariencias y dejamos de lado a personas como Taiyo cuyos ojos no pueden ver, pero en realidad no los necesita porque seres como él llevan la luz en su corazón que no solo lo alejan de la oscuridad y lo alumbran a él sino a quienes tenemos la alegría de tenerlos como amigos. Cuando veamos a personas “especiales” démosle toda la ayuda y el afecto que podamos pero no por compasión sino por cariño, porque ellos tienen una sensibilidad diferente y sienten cuando se dirigen hacia ellos de corazón.  Pienso que a veces los ciegos somos nosotros porque teniendo la capacidad de ver no somos capaces de ver y apreciar todo lo hermoso que Dios nos ha regalado y vivimos quejándonos de todo. Miramos sin mirar, o no? Gracias por leerme! Sigamos en la brega sin dejarnos llevar por la corriente!.

A wonderful surprise! = Una sorpresa maravillosa

     Pensé que era una mañana como todas, pero no ha sido así. Caminaba por el pasillo de entrada al edificio cuando de pronto al lado del ascensor ví a los dos empleados japoneses que limpian el edificio, un hombre y una mujer  mayores a quienes les calculo mas de sesenta y cinco años. Como siempre discutían por algo intrascendente. A veces discuten por quién es el que barre o quién es el que trapea, o por si tienen que usar el trapeador o la aspiradora, o cosas por el estilo. Esto ocurre todos los miércoles, y cada vez que paso cerca de ellos me sonrío de oír a la señora que, sin sulfurarse, quiere convencerlo de algo. Me dan la impresión de que son esposos, pero creo que no lo son. Esta mañana no fue la excepción. Los ví al pasar, y para sacarlos de su rencilla, saludé a la señora que es la que mejor escucha. Ella volteó inmediatamente, y con una amplia sonrisa que iluminaba su rostro, me reconoció y me respondió efusivamente: “!Ara! ¡Ohisashiburi! ¡Ohayo gozaimasu!” (¡Cuánto tiempo! ¡Buenos días!). “!Pensé que que se había ido a su país!”-agregó. “Estaba de viaje”-le respondí saliendo de mi sorpresa. No pensaba que se hubiese dado cuenta porque casi nunca hablamos. “Su país es Chile, el del terremoto, ¿no?”-añadió. “No, es Perú”-le contesté. “!Oh! ¡Qué bueno que volvió sin novedad!”-siguió diciendo afablemente. “!Arigato!”-le dije, y subí al ascensor.

     Esa manera de preguntarme, esa alegría que ví en sus ojos, ese cariño desinteresado de alguien en quien uno nunca piensa cuando sale de viaje o cuando está concentrado en el trabajo cotidiano me conmovió profundamente, y decidí darle un pequeño recuerdo de mi país. Ya en la oficina abrí un cajón y tomé un “souvenir”, y sin pérdida de tiempo, bajé de nuevo al primer piso con la esperanza de que aún esté por ahí. Al salir del ascensor ya no los ví en el lugar en el que discutían acerca de cómo colocar las bolsas que llevaban en el carrito que el empleado-quien parece ser el más terco-se disponía a transportar. Llegué tarde –pensé- pero de pronto, oí un ruido en el otro estrecho pasillo de al lado, y ahí estaba la señora arreglando unas bolsas de plástico. Me acerqué y le dije: “Señora, tome esto, es un recuerdo de mi país”. Ella se sacó los guantes blancos de trabajo y lo tomó en sus manos. Lo miró, me miró y me dijo incrédulamente: “Es para mí?”. “Sí. Gracias por darse cuenta de que no estaba en la oficina”-le dije. “!Por supuesto que me dí cuenta! ¡No la he visto por varias semanas!”-dijo afablemente. “!Qué lindo es!”-agregó contemplándo el recuerdo. “Qué es?”-añadió señalando la figura que estaba moldeada en el pequeño platito de bronce. “Es una llama, un animal típico de mi país”-le respondí. Ella lo observaba fijamente y lo tomaba con delicadeza entre sus manos como si temiese romperlo.
     
     En verdad, aunque todos mis amigos y colegas reciben contentos los pequeños recuerdos que les traigo, nunca nadie hasta ahora había expresado su agradecimiento de esa manera y mostrado tanto interés ante un recuerdo. “Tiene detrás un imán, póngalo donde haya algo de hierro” -le dije señalándole un estante de metal. “!Ah, ya!” -dijo con voz que sentí algo trémula. Luego de entregarle el regalito me dirigí de nuevo al ascensor, pero ella me siguió y con la mano detuvo el ascensor, y por último, se puso entre las puertas del ascensor para que éste no se cerrara. Allí me dijo: “Es el regalo más preciado y hermoso que he recibido”. Seguía agradeciéndome y no dejaba de apretar el ascensor para que no me fuera. Con ojos emocionados y que se notaban vidriosos seguía allí y yo no sabía qué hacer. Logré contener las lágrimas que amenazaban con salirse y despidiéndome con una sonrisa apreté el botón del ascensor. La verdad, esa escena me conmovió muchísimo y aún ahora la evoco. Parece mentira pero las personas humildes son las que nos dan este tipo de alegrías, este tipo de emociones que nos hacen sentir que estamos vivos, que somos útiles, que los seres que a veces ni tomamos en cuenta son aquellos que tienen mucho o tanto amor como aquellos que consideramos nuestros amigos. Aún ahora que escribo esto se me estruja el corazón al recordar este episodio.

     A veces no sé qué me causa más alegría: dar o recibir. Quizás, dar es mucho más hermoso que recibir, o por lo menos yo asi lo siento. Aunque -como me dijo un psicólogo inglés que conocí en Brasil- tampoco es bueno acostumbrarse solo a dar. En este caso, yo di y siento que recibí algo invalorable, hermoso, puro, trascendente…todo eso reflejado en esas cálidas palabras y esa mirada tierna de una persona que hasta hoy veía como un ser lejano o como parte del paisaje del lugar donde me desenvuelvo. Y creo que la sorpresa matinal no fue para ella si no para mí. No hay duda de que las cosas simples y sencillas son aquellas que nos dan las mayores alegrías. ¡Una palabra de afecto es el mejor regalo que podemos recibir! Gracias Dios porque me haces instrumento de tu amor y de tu paz en estas tierras. ¡Qué empiecen siempre el día con optimismo!
(Esta historia continuará)...