sábado, 31 de agosto de 2013

A cat in the darkness = Un gato en la oscuridad

     No, no voy a hablarles de la canción de Roberto Carlos ni a cantar: “Y el gato que está triste y …”, no. Esta vez quisiera ser la voz de aquellos seres tiernos, tranquilos y cariñosos que por mala suerte del destino o por irresponsabilidad de sus dueños deambulan por techos, parques y por cualquier lugar donde se sientan seguros o a salvo (?). Esta semana que pasó me sorprendió la noticia de que se prohibía dar de comer a los gatos vagabundos o a los que conocemos como “gatos techeros”. Ya desde antes era una ley tácita e inclusive en el supermercado cercano hay un cartel que dice: “noraneko-ni-esa-wo-ataenaide-kudasai” ("No dar de comer a los gatos vagabundos, por favor"). Por las noches, cuando vuelvo a casa, veo casi siempre a una mujer que se detiene a darles de comer haciendo caso omiso a aquel cartel que los administradores del supermercado han colocado.

     Cada vez que veo un gato sin hogar -les llamaré así porque no me gusta la denominación de “gato techero”- me lleno de nostalgia porque me hace recordar a aquellos que me dieron un poco de amor hace ya una buena cantidad de años cuando llegué a una universidad japonesa con mi mochila llena de sueños a participar en un "training course". Sí, recuerdo que cerca del aparcamiento de bicicletas en uno de los edificios de la U había una gata completamente blanca, la cual por el hecho de verme todos los días en la mañana y en la tarde fue perdiendo el miedo y se me acercó. Es así que empezó esta historia. Como ella se aparecía cada vez que llegaba le hablaba y empecé a darle algunos pedacitos de pan o algo que traía en el bolso sabiendo de que la vería por ahí. Un día, ya no estaba sola, me trajo a su compañero - según yo- para presentármelo! Y así con el pasar de los días poco a poco me dí cuenta de que ya había metido la pata! Su barriga crecía y crecía, y bueno….había que seguir dándole comida. Un día desapareció y algunos días después apareció con cuatro lindos gatitos! Habían tigres amarillentos y negros. Estaban chúcaros aún, pero poco a poco se fueron acostumbrando a la gente que suele pasar por ahí.

     Como ya eran más, les compraba bolsas de comida para gatos en el supermercado y me entretenía dándoles o mirándoles comer. Estando en eso, un día ví a una profesora del mismo edificio -a quien me habían presentado con anterioridad pero con quien no había tenido casi oportunidad de charlar- que estaba dándoles de comer también. Y así empezamos a conversar sobre los gatitos y eso nos fue convirtiendo en amigas! Habían otros estudiantes más que también les daban porque a veces encontraba comida en sus platitos. Los gatitos crecían día a día y me gustaba ver como retozaban. Cada vez que podía pasaba por ahí, y así colmados de cariño iban creciendo y haciéndose “adolescentes”. Por las mañanas al llegar les decía “¡Neko-chan!” (¡Gatitos!) y salían corriendo de donde estaban. Les hablaba en japonés por temor a que no me entendieran . A veces por las noches cuando me retiraba en bicicleta se ponían en la rueda de adelante y no me dejaban avanzar! Entre todos me hacían complot! Se metían entre las ruedas y yo por temor no movía la bici y les decía: “Ikanakia..mo osoiyo..” ("Tengo que irme...ya es tarde"). Otras veces yo iba avanzando poco a poco y ellos tirados en el piso delante de la rueda, o si no me seguían y salían del campus conmigo siempre en ese afán. Aún ahora me conmuevo al recordar esa linda escena. Una vez me siguieron todos algunos subidos en la pared baja que circula el campus y otros a mi lado por la callecita oscura en la parte posterior y tuve que regresar desde la cuadra avanzada por temor a que les pase algo! Felizmente encontré a la profesora que también se retiraba y le pedí que los entretuviera. Eran tan tiernos!…y así "mis amigos gatitos" fueron creciendo. 
 
     No sé bien la razón -aunque la imagino- pero poco a poco los gatos fueron desapareciendo y sólo quedaron dos: uno tigre y una negrita. Un día el tigre apareció lesionado. Quizás alguien lo había maltratado al estar merodeando por alguna casa o quien sabe, nunca falta gente sin sentimientos. Lo llevamos a la clínica y el veterinario dijo que había que operarlo. Recuerdo cuando lo ví a través de esa caja de plástico donde lo metieron; estaba echado pero con los ojos abiertos. Me miraba con ojos tristes, sólo le faltaba hablar…Con mucha pena le dije: “Ganbatte ne!” (¡Animo!). “Bye bye, neko-chan”…Esa fue la última vez que lo ví. No resistió la operación. Me sentí impotente y muy triste de no haber podido hacer nada por salvarlo.

     Pasado ese triste episodio le dediqué mi tiempo y cariño a la negrita. Siempre estaba por ahí cerca en los compartimentos que había en unos almacenes o a veces se subía a un árbol grande que hay en el centro del parquecito interior. No sé cómo se daba cuenta de que llegaba, pero no había mañana sin que saliera a saludarme. Parecía que conocía el ruido de la bicicleta; despues de todo me había visto desde que abrió los ojitos o desde que “tenía uso de razón”. Pasó el tiempo y un día apareció con su "novio", y bueno ya se imaginarán el resto. A los pocos meses desapareció y de pronto apareció un día bastante delgada y demacrada. Le pregunté: "Kodomo-wa-doko-ni-iru-no?" (“Dónde están tus hijos?”, y ella como si entendiera se dirigió a la parte posterior del aparcamiento debajo de un árbol donde había un lugar calientito y me mostró a sus tres lindos gatitos!.

     Otra vez la profesora y yo estábamos contentas de tener gatitos, y también habían otros estudiantes de Bangladesh que le hicieron una jaulita dentro del aparcamiento. La gatita mamá era muy cariñosa y estaba acostumbrada a la gente, pero no a todos. Yo ví la jaula colgada y me pareció buena idea. La gatita no había entrado con los que la construyeron, pero cuando la subí, se echo allí con sus gatitos. Creo que eso fue lo peor que hice y aún ahora me arrepiento. Era día viernes y ya nosotros no vendríamos hasta el lunes. Le dejamos comida en su platito y nos retiramos con la profesora. El día lunes llegué como siempe y la gatita no estaba! Sólo estaban sus tres gatitos tigres. Pensé que estaba por ahí cerca, la llamé y no respondió. Subí a la oficina que se encontraba en el tercer piso, luego bajé varias veces a ver si llegaba y nada. Busqué un gotero para darle leche a los gatitos mientras ella volvía pero nada. No volvió en todo el día. ‘Si dejo aquí a los gatitos se los comerán los cuervos o morirán de frío’ -pensé. Decidí llevármelos a mi apartamento a escondidas porque donde vivo están prohibidas las mascotas. Los puse en una cajita, los abrigué y los traje. Al día siguiente los llevé de regreso con la esperanza de que su mamá esté esperando pero nada. La gatita definitivamente había desaparecido! Tres días repetí lo mismo. El día jueves las secretarias me dijeron que uno de los proveedores se quería hacer cargo de los gatitos. Me sentí impotente de no poder hacer nada por ellos. Si estuviera en mi país, pensaba….No me quedó más remedio que aceptar pensando en que era por el bien de ellos. Aquella tarde derramé tantas lágrimas, les pedí perdón por no poder hacerme cargo de ellos. Realmente fue uno de los momentos más tristes de mi estancia en tierras japonesas. Yo había recibido tanto de su madre -y de sus tíos- y no podía darles nada. Llegó el proveedor y las secretarias se encargaron de dárselos….Estuve ahí parada viendo como tres pedacitos de mi corazón se iban y yo sin poder hacer nada. Desde ese momento decidí no dar comida a ningun gatito porque sé que si lo hago me encariñaré con él y luego volveré a sentir ese mismo dolor que sentí aquel día.
 
     Ya no les doy comida pero creo que el prohibir a las personas que les den de comer no es la solución. Es más maldad echarlos a la calle en forma irresponsable y a esas personas son a las que les deberían poner una cuantiosa multa por esa acción sin sentimientos. Los animalitos no tienen la culpa. Ellos dependen de nosotros; en lugar de prohibir que les den comida deberían crearse centros para gatos sin hogar donde puedan vivir y así no reproducirse sin control en las calles. Si hubiese un zoológico tipo parque temático sólo de gatos sin hogar creo que sería hermoso. Hasta yo pagaría por ir a verlos. Aunque me gustaría más que quienes tengan una casa con espacio suficiente adopten aunque sea uno. Cuando esté en mi país sí podré adoptar a todos los que se me aparezcan en el camino: gatos, perros, pájaros, peces...! Finalmente, esos seres hermosos que se cruzaron en mi vida me dejaron el más maravilloso de los regalos: una linda amistad con la profesora y su familia que perdura hasta hoy a pesar de que ella ya no vive aquí.
 
     Gracias Dios porque por medio de estos dulces mininos me alegraste los días en las épocas de desvelos y sacrificios en pos de lograr mis sueños y metas en estas tierras del sol naciente. Este fue uno de mis primeros posts en mis inicios como "blogger" y a través del cual logré ponerme en contacto con gente linda que me enriqueció muchísimo y con quienes pasé momentos inolvidables. Los recuerdo con mucho afecto y consideración especial y hasta el día de hoy conservo esa amistad como el más preciado de los tesoros a pesar de no vernos. Gracias por ser y estar. Hoy termino este día sabado con la alegría de saber que a pesar de que los años nos dejen una montaña de anécdotas y experiencias, nunca debemos perder nuestra esencia ni los valores adquiridos y mucho menos dejar de ser agradecidos.

2 comentarios:

  1. Que hermoso !!
    Sin duda alguna Dios nos señoró ante los animales
    Y no quiere decir los maltratemos sino que vivamos juntos en armonía.
    Doy gracias a Dios por la cracion de ellos,son fieles y jamás nos traicionaran.
    Ellos demuestran tener más alma que muchos humanos
    Dios en su gran sabiduría nos lo recuerda en ellos.
    No dejemos de amarlos por temor a sufrir,es parte de la vida y si hoy le das de comer a un gato,perro etc... Sensibilizas tu alma y Dios dijo si tú le das abrigo,comida,y techo al necesitado,me lo estarás haciendo a mi.
    Llegara el momento en que harás lo mismo por un hombre u/o mujer.
    Gracias por tu anécdota.
    Tqm hermanita.

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    1. Gracias a ti, hermanito en Dios, por tu opinion...No, claro que no...solo que asi son las reglas aqui y hay que cumplirlas. Pero si se da el caso, creo que no tendria corazon para dejarlos morir de hambre y quizas vuelva a hacerlo...Solo que en verdad me senti muy pero muy triste (la historia es de hace ya varios an~os atras y creo que ya me cure).
      Recibe mi carin~o y mi aprecio...

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