domingo, 4 de agosto de 2013

For many reasons I am happy!

     Este ha sido un fin de semana diferente. No he paseado en bicicleta -como es mi rutina- por la alameda al lado del río y siento que me falta algo. Es tan hermoso pasear en esa alameda de añejos arboles de cerezo que forman un verde túnel por el que uno pasa aspirando su suave aroma. Es tan agradable sentir el viento fresco rozándote la cara y refrescándote el alma al pasar debajo de esos frondosos árboles. Es tan reconfortante percibir la presencia de Dios entre el río, los árboles y el canto de las cigarras, y sentirse en comunión con El al ver a lo lejos como el sol cae por las montañas y saber que nos deja para salir resplandeciente a alumbrar y entibiar a los seres que habitan al otro lado del planeta.  
 
     No he podido hacer lo que me gusta pero aún así me siento felíz, aunque sea una felicidad diferente. He participado en actividades de intercambio internacional y he sentido la alegría de poder comunicarme con personas que nunca pensé que podía llegar a conocer. Esta ocasión ha sido una delegación tailandesa la que visitaba la tierra del sol naciente. Era su último fin de semana aquí y tenían programado hacer "homestay" con una familia japonesa. La familia con la que participé acogió a Bo-san, un profesor tailandés muy educado, simpático y correcto. No soy Nathalie (Natalí) -la de la canción- pero colaboré en la traducción, aunque la verdad él casi no entendía inglés y mucho menos japonés. Traté de no hacerlo sentir mal e intenté comprender lo que me decía; después de todo era tan buena gente que aunque no hablase nada todo hubiese salido perfecto.
 
     Como no pude estar con ellos desde temprano, la mamá japonesa y una amiga de ella lo llevaron  a un museo de historia, y luego ya todos juntos fuimos a ver un parque de flores de loto. Bo-san estaba encantado y por supuesto yo también -aunque ya había estado allí hace un par de semanas- ya que adoro las flores. Paseamos, tomamos fotos y hasta dimos de comer a los grandes peces que habían en una pequeña laguna. Bo-san repetía que estaba "happy" ya que él vive en Bangkok -que es la capital de Tailandia- y como en toda gran ciudad se ven solamente edificios, coches y hace mucho calor. Poco a poco fue entrando en confianza y empezó a hablar en su tailandés-inglés aunado al "body language". Nos contó que es Master en danzas típicas tailandesas y actualmente profesor de danzas en una escuela secundaria y que ha viajado por varios países del mundo promoviendo el arte y la cultura de su país.
 
     Yo escuchaba con mucho interés porque es algo tan diferente a lo que hago, y conforme iba explicándonos lo que hacía me di cuenta de que no solamente estaba frente a una simpática persona sino ante un famoso representante de la danza de su país. Lo que me desconcertó y aún no comprendo es algo que nos comentó mientras tomábamos un té japonés helado. El llevaba su anillo de matrimonio en la mano, así que al preguntarle si tenía hijos, nos respondió que no. Pensamos que era porque es aún joven y tiene otros planes, pero no. Nos explicó que como es el hijo mayor él no puede tener hijos propios sino que tiene que criar ¡sobrinos! Y nos mostró la foto de un niño precioso. Tambien nos contó que tiene que aportar a su país una gran cantidad de dinero para que sea utilizado en las escuelas. Todo esto me ha hecho querer aprender más de ese misterioso país y sus costumbres. En realidad Tailandia es un lugar al que siempre he querido ir, pero hasta ahora no se ha dado la oportunidad.
 
     Desde antes ya había recibido la invitación para la cena de despedida de la delegación, pero me había abstenido. Sin embargo, al saber que Bo-san haría una presentación decidí aceptar la invitación y hoy he estado allí. El estaba vestido con un traje que representaba un personaje mitad ave y mitad humano de color rojo cubierto de adornos dorados y se cubría la cabeza con una máscara. Nos dejó ver de cerca y hasta tocar su atuendo. Hemos disfrutado de su magnífico baile después de la cena. Es más, amablemente, nos dijo que cuando vayamos a Tailandia nos esperaría en el aeropuerto y nos guiaría para mostrarnos los lugares más atractivos de su país y disfrutar de su comida. Creo que hemos conseguido un amigo más en nuestra red de fraternidad. Al terminar su performance empezaron un baile en el que participaba toda la delegacion, aproveché que todos se levantaban de sus mesas y los dejé allí a todos bailando con ese lindo grupo de simpáticos tailandeses y tailandesas.
 
     Por muchas razones soy felíz hoy. Me siento muy felíz de haber aprendido el idioma japonés que es tan difícil  -aunque la verdad a mí siempre me gustó aprender lo más difícil-  para de esa manera ser útil ahora. Pero también me siento felíz al poder hacer felices a personas que me hacen felíz. Es hermoso compartir lo mucho o poco que Dios nos da. Muchos pensarán por qué hago todo esto y la respuesta es muy simple: Quiero hacer cosas que le agraden a Dios; quiero volver a mis raíces, a esa época maravillosa en la que uno solo tiene en el corazón sueños y deseos de hacer cosas buenas por los demás; quiero de esa manera agradecer por el simple hecho de estar viva y sentirme viva. Me ha costado mucho lograr mis sueños pero no me arrepiento de mis largas noches de desvelo ni de mis decisiones ni de lo que deje atrás ya que siento que mi misión debía realizarse en este país, que era lo que Dios me tenía reservado. Pero sé también que dentro de poco he de volver a la tierra que me vio nacer y aplicar lo aprendido y experimentado aquí. Lo bueno, lo malo...todo!

    Bien, como suelo hacerlo a veces, hoy comparto un poema de uno de mis poetas favoritos. Disfrutadlo.
 
Dúo de amor
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En el hondo silencio de la noche serena
se dilata un lejano perfume de azucena,
y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,
mi corazón se ensancha como en una sonrisa…
**
Y yo sé que el silencio tiene un ritmo profundo
donde palpita un eco del corazón del mundo,
un corazón inmenso que late no sé dónde,
pero que oye el latido del mío, y me responde…
**
El corazón que sientes latir en derredor,
es un eco del tuyo, que palpita de amor.
El corazón del mundo no es ilusorio: Existe.
Pero, para escucharlo, es preciso estar triste;
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triste de esa tristeza que no tiene motivo,
en esta lenta muerte del dolor de estar vivo.
La vida es un rosal cuando el alma se alegra,
pero, cuando está triste, da una cosecha negra.
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El amor es un río de luz entre la sombra,
y santifica el labio pecador que lo nombra.
Sólo el amor nos salva de esta gran pesadumbre,
levantando el abismo para trocarlo en cumbre.
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Sólo el amor nos salva del dolor de la vida,
como una flor que nace de una rama caída;
pues si la primavera da verdor a la rama,
el corazón se llena de aroma, cuando ama.
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Amar es triste a veces, más triste todavía
que no amar. El amor no siempre es alegría.
Tal vez, por eso mismo, es eterno el amor:
porque, al dejarnos tristes, hace dulce el dolor.
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Amar es la tristeza de aprender a morir.
Amar es renacer. No amar, es no vivir.
El amor es a veces lo mismo que una herida,
y esa herida nos duele para toda la vida.
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Si cierras esa herida tu vida queda muerta.
Por eso, sonriendo, haz que siempre esté abierta;
y si un día ella sola se cierra de repente,
tú, con tus propias manos, ábrela nuevamente.
**
Desdichada alegría que nace del dolor.
De un dolor de la rama también nace la flor.
Pero de esa flor efímera, como todas, se mustia,
y la rama se queda contraída de angustia.
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Cada hoja que cae deja el sitio a otra hoja,
y así el amor —resumen de toda paradoja—
renace en cada muerte con vida duradera;
porque decir amor, es decir primavera.
**
Primavera del alma, primavera florecida
que deja un misterioso perfume en nuestra vida.
Primavera del alma, de perpetuo esplendor,
que convierte en sonrisa la mueca del dolor.
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Primavera de ensueño que nos traza un camino
en la intrinca selva donde acecha el destino.
Primavera que canta si el huracán la azota
y que da nuevo aliento tras de cada derrota.
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Primavera magnánima, cuyo verdor feliz
rejuvenece el árbol seco hasta la raíz…
Amor es la ley divina de plenitud humana;
dolor que hoy nos agobia y añoramos mañana…
**
Eso es amor, y amando, también la vida es eso:
¡Dos almas que se duermen a la sombra de un beso!.
Jose Angel Buesa. 
 
 
¡Una lluvia de bendiciones para los lectores!

Foto 1: Alameda de "sakura" o cerezos.


Foto 2: Vista del rio desde la alameda.
 

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